Por Martín Moreno
La Huelga General es un método de lucha histórico del movimiento obrero, uno de los más poderosos. En México, el antecedente de una huelga nacional que pueda recibir el calificativo de general se produjo en las primeras décadas del siglo XX. No hay una tradición de huelgas generales, igual que no la había de consultas. Es el legado de 72 años de control político corporativo del PRI en el gobierno, bajo sus diferentes denominaciones, y su continuidad por la derecha panista.
Desde entonces hemos asistido a diferentes formas de la huelga de masas: luchas parciales, huelgas sectoriales, incluso con carácter semi-general pero la huelga general sigue siendo una asignatura pendiente y se ha perdido de la memoria colectiva del movimiento obrero.
Por tanto, no es de extrañar que muchas cuestiones surjan en torno a la Huelga General: ¿En qué consiste? ¿Por qué es necesaria una huelga general? ¿Por qué decimos que existen las condiciones ahora, y no a futuro como se suele argumentar, para el desarrollo de una huelga general? ¿En qué forma se puede dar una huelga general? ¿Cómo se puede participar en ella? Por supuesto nada más alejado de recetas o formulas. No hay un manual para la huelga general, no se puede pretender que exista. La teoría es gris, el árbol de la vida eternamente verde, proclamaba Goethe. La experiencia histórica del movimiento obrero y la teoría, forjada por el marxismo desde el siglo XIX, que no es otra cosa que la generalización de la experiencia histórica, permiten una aproximación a los elementos centrales de la cuestión.
La Huelga General combinada
La Huelga General es uno de los instrumentos pacíficos más poderosos del movimiento obrero. Nada funciona sin el permiso de la clase trabajadora: no se prende un foco ni se mueve una rueda. La huelga general ataca los beneficios que obtiene la clase dominante, la máxima ganancia, esencia del capitalismo, fruto de la más amplia y profunda explotación por medio de la plusvalía, que es el salario no retribuido al trabajador.
Todo lo que produce el capitalismo: fábricas, fincas agrarias, maquinaria, ferrocarriles, son ruedas de un gran mecanismo que es la sociedad capitalista. Este mecanismo suministra productos, los transforma y distribuye. Todo este mecanismo lo mueven los trabajadores. Sin su concurso, no existiría. Este es el poder real de la clase trabajadora, en esto, junto al hecho de constituir la mayoría de la sociedad, radica su fuerza: son los generadores de la riqueza social.
El proceso en que las condiciones para una huelga general maduran comienza con la indignación y el enojo de los trabajadores y la mayoría de la población contra sus condiciones de vida, su futuro, que ven negado por la clase dominante, a la vez que comparan la pobreza creciente con los lujos asiáticos de los ricos parásitos. Así, la lucha lleva a la necesidad de huelgas más o menos pacificas y cuando el poder dominante se obstina en preservar sus privilegios se pudieran dar enfrentamientos iniciados por la represión y el terror del estado burgués.
Toda huelga infunde confianza a los trabajadores en la idea de que otra sociedad es posible. La idea del auténtico socialismo se abre paso en la conciencia. Durante la huelga, los trabajadores que antes aguantaban en silencio su carga, manifiestan en voz alta sus reivindicaciones, recuerdan los atropellos, proclaman sus derechos, no piensan en si solos (rompiendo las cadenas del individualismo egoísta que proclama el capitalismo) ni en sus reivindicaciones particulares sino que piensan en todos sus compañeros que se arriesgan al entrar en la lucha a sufrir privaciones, despidos, represión, detenciones en ocasiones, y como la historia del mismo PRD demuestra, hasta pagar con su propia vida el precio de luchar por ser libres y por una sociedad liberada de la explotación del hombre por el hombre.
Las huelgas y la huelga general empujan a los obreros a unirse y despiertan la conciencia de que el gobierno es su enemigo, no nada más su patrón particular. Las huelgas son “escuelas de lucha y estrategia” para los trabajadores, verdaderas “escuelas de guerra de clases”. Muestran claramente la verdadera naturaleza de las instituciones burguesas, en contra de los intereses de los trabajadores.
Una vez desencadenado el proceso, aun antes de realizarse el paro general, la acción de la huelga nacional no se detiene ni un solo instante. Aporta otras formas organizativas, crea nuevos espacios de organización, se extienden, amplían y generalizan sus objetivos, sus efectos, pero no cesa. La huelga de masas representa el movimiento mismo de los sectores oprimidos y democráticos, la fuerza acumulada con que se manifiesta la lucha.
Una huelga general tendería a arar más el camino, sería un ejemplo para profundizar y extender las huelgas de masas por todo el país a regiones o ciudades enteras, luchas reivindicativas pacíficas o enfrentamientos callejeros debidos a la violencia provocada por el gobierno espurio y sus aparatos represivos. Abriría más luchas y de forma más diversa: huelgas políticas, económicas, de masas y huelgas parciales, huelgas de demostración o combativas, y en este proceso la semilla de las huelgas de masas, incluida la huelga general se sembraría por todo el país y se incorporaría a las tradiciones de lucha del proletariado mexicano. Todas estas formas de lucha se entrecruzarían, se combinarían y desbordarían una sobre la otra, en “cascadas de acción”.
Las huelgas han enseñado a la clase obrera en todos los países a luchar contra los gobiernos por los derechos de los trabajadores y de todo el pueblo. Y la ley del movimiento de esas huelgas no reside en la huelga general en sí misma sino en la correlación de fuerzas sociales y políticas en el proceso actual de transformación social. La huelga general solo es una de las formas que adoptaría la lucha transformadora revolucionaria. Una huelga general no constituiría ahorita mismo una huelga general revolucionaria. De nuevo, los restos del naufragio poco honroso del anarquismo y el ultraizquierdismo probablemente gritarán encolerizados a los dioses por haberlos abandonado. Mientras tanto, indiferente, el viejo topo de la historia sigue su curso. Dicho esto también se debe afirmar que la huelga general no es un fin en si misma. No es un fetiche, la solución “mágica” postulada por los anarquistas y algunos ultraizquierdistas. Es parte del proceso de la lucha de clases.
En nuestro país, una huelga general no se daría en forma “clásica” sino combinada, debido a un factor central: el control charro de la mayoría del sindicalismo, donde a pesar del avance de las tendencias democráticas un 80% sigue en manos oficialistas, lo que constituye un obstáculo objetivo en la situación. Por tanto, no seria un paro nacional en líneas clásicas o como en los países con más tradición de organización independiente y democrática, sino una variante particular: un paro nacional combinado, que se daría conjuntando un paro clásico en las fabricas, centros de trabajo y de estudio simultáneamente a acciones propias del llamado “movimiento ciudadano”: cortes de carreteras, tomas de edificios públicos, cercos a las cámaras legislativas, instalaciones de televisoras y radios, cierre de los paso aduanales en la frontera norte, faltas colectivas, mítines y demostraciones en todo el país. Cuando la huelga general no sólo se declara sino que se produce es que las contradicciones de la situación y las condiciones objetivas han madurado a tal nivel que la han convertido en necesaria, y por tanto inevitable antes o después, como una forma superior de lucha y un nivel superior de organización.
La huelga general no es un hecho subjetivo. No es una decisión fruto de la simple suma de voluntades políticas o la decisión individual de nadie. No es un ejercicio de voluntad política. Ni siquiera es producida por una decisión del factor subjetivo. La decisión, proclamación o propaganda voluntarista de un grupo por importante y grande que fuese, no es suficiente. Es un hecho objetivo. La expresión de un momento determinado del proceso político de la lucha de clases: las masas toman noción de su propia fuerza, necesitan expresar su descontento y enojo; obreros y clase media no ven una salida al final del túnel, existe una debilidad del gobierno, espurio o no, y una división de la clase dominante y sus partidos…..En ocasiones se ven obligados a saltar por encima de sus direcciones tradicionales que constituyen un freno y un obstáculo objetivos, aquellos empedernidos devotos del permanente “ no hay condiciones”, “no estamos preparados” que repiten como retahíla penitente. Son los mismos burócratas sindicales o políticos que si estuvieran 50 mil obreros organizados proclamarían que hasta no organizar a 500 mil no se podría plantear el paro nacional, y si hubiera medio millón que hasta que hubiera cinco millones y así hasta el infinito…y más allá. Sobran las excusas para la cobardía y miopía política, venderse por un plato de lentejas, viajes y prebendas o la traición por mezquinos intereses personales. Todo menos tener confianza en la decisión y capacidad de lucha y el poder revolucionario de la clase trabajadora.
Es pueril el argumento de los que se oponen a la huelga general planteando que no “somos” lo suficientemente fuertes, poco menos que antes el movimiento debe agrupar detrás de si a todos los trabajadores. En la historia del movimiento obrero eso no ha sucedido ni sucederá. Hay obreros atrasados sindical y políticamente, de ideología reaccionaria e incluso hubo en el periodo del fascismo, obreros fascistas. No idealizamos a la clase obrera. Bajo el capitalismo nunca el 100% de la clase trabajadora estará organizada. Si proclamar una huelga dependiera de alcanzar una meta de esa naturaleza, se convertiría en una espera de Penélope.
Ninguna huelga general puede pretender que para realizarse las organizaciones sindicales o políticas deban alcanzar un nivel “ideal” de organización, disciplina y claridad programática, esa espera es criminal cuando la lucha de clases se agudiza de forma objetiva, así como tampoco esperar que surja de la acción espontanea más azarosa. La teoría es la superioridad de la previsión sobre la improvisación. Y la acción es la conjunción de la previsión con la dosis necesaria de improvisación ante el constante flujo de los acontecimientos. Por eso, una huelga general, como una revolución, son una ciencia y también un arte que no se puede pretender aprender en los libros. Es la experiencia la que educa en ese sentido. Y nada la puede sustituir.
Una de las grandes teóricas del marxismo y del movimiento obrero, Rosa Luxemburgo, que algo sabía de huelgas de masas y huelgas generales, sentencia: “(…) En consecuencia, la revolución rusa nos enseña que la huelga de masas no es ni ´fabricada´ ni ´decidida´ o ´propagada´ en un espacio inmaterial y abstracto sino que representa un fenómeno histórico resultante de un cierto momento de una situación social, a partir de una necesidad histórica. El problema no se resuelve sobre especulaciones abstractas sobre la posibilidad o imposibilidad, sobre la utilidad o el riesgo de la huelga de masas, sino través del estudio de los factores y de la situación social que provoca la huelga de masas en la fase actual de la lucha de clases”.
La huelga general es la expresión más alta de la unidad de acción real, que es la unidad lograda desde abajo, en las bases, con millones de trabajadores y oprimidos movilizados, no una simple suma de siglas. A su vez, presupone, un alto nivel de organización de cada una de las organizaciones tomadas en lo individual, de claridad por lo menos en el objetivo central, de firme decisión política de dar la lucha y carácter ofensivo de ésta. La huelga general unifica todas las luchas, su desarrollo les da otra dimensión, la política, y otro carácter, el ofensivo.
La existencia de un programa conjunto mínimo y un plan de acción general permiten poder golpear juntos el mismo día a la misma hora con mayor contundencia, aunque en otras cuestiones cada organización camine por separado. La huelga puede estallar por múltiples causas. Puede estallar con más o menos grado de espontaneidad, pero para asegurar su triunfo necesita de organización, disciplina y un frente único, con un objetivo común.
Detrás de la huelga general se esconde la hidra de la revolución. A ésta siempre le teme la clase dominante. Y como la hidra, está constituida por múltiples cabezas, es viva y múltiple en su desarrollo, se combina y se entrecruza la huelga económica con la política. La huelga general puede revestir un carácter económico, político o mezclar ambas cuestiones, evolucionar de las demandas económicas hacia las políticas o en sentido contrario. No existe una muralla china que separe lo económico de lo político.
Huelga general nacional
La huelga general es el punto de máxima extensión y coordinación de la huelga de masas. No es una acción aislada, es la condensación, el producto destilado de décadas o sexenios de la lucha de clases. No hay una huelga de masas única y abstracta, sino muchas huelgas parciales y/o locales. En ese sentido, el plantón es una forma que adoptó la huelga de masas. La huelga general es una. De ahí, en parte, su carácter y su título de general. Y como puede ser también local o parcial, de ahí que hablemos de una huelga general nacional. ¿Por qué decimos que este tipo de huelga de masas es general y nacional, a la vez? Es general porque pretende sumar a la lucha, al paro y la acción a todos los sectores y ramas de la producción, organizados sindical y políticamente o no, al movimiento estudiantil y al movimiento urbano popular, campesino….Y es nacional porque supera los limites estrechos de la atomización y dispersión de las fuerzas, de las huelgas locales, estatales o los movimientos regionales por reivindicaciones muy puntuales, como la lucha contra la privatización del agua en Coahuila, o contra el cierre de la minera San Xavier, en San Luis Potosí, por ejemplo. Es una huelga general nacional porque abarca a todos los sectores de la producción y de la población oprimida en todo el país, e incluso en los Estados Unidos, por solidaridad directa de los paisanos.
La huelga general en las actuales circunstancias significaría el corolario de los últimos 4 años de lucha y resistencia del movimiento, el salto de la defensiva a la ofensiva. La consulta ha representado, en este sentido, la antesala de ese salto cualitativo en la acción y la organización de las masas enojadas.
Las condiciones insufribles de los precios de los bienes básicos y los energéticos, de los salarios bajísimos, de la subida de impuestos, del aumento de la inflación general, de la falta de respeto al voto con fraudes, de la represión más generalizada, de la violencia descontrolada son las razones que fundamentan una huelga general tanto contra la política social del gobierno usurpador como contra su política económica hambreadora.
No se trata de una suma de huelgas generales parciales, con el argumento no demostrado de la falta de condiciones para una acción de mayor envergadura, sino de una sola huelga general nacional, con efectos históricos en el proceso de avance de la toma de conciencia de las masas.
Doble poder
Toda huelga general plantea la cuestión del doble poder, pone sobre la mesa la cuestión de ¿quién manda? La pregunta que flota en el ambiente es: ¿quién tiene el poder real, ellos que son una minoría de ricos y oligarcas o nosotros que somos la mayoría explotada? ¿El estado burgués o las masas oprimidas organizadas? Pero no toda huelga general presupone la toma del poder, aunque sí cree poder alterno, sólo se da cuando la huelga general toma la característica de una huelga general insurreccional victoriosa. La huelga general exitosa siempre plantea la cuestión del doble poder de forma inmediata. Incluso una huelga general fracasada, de la que siempre se aprende, a veces más que de las victorias, la anticipa a futuro. Para la burguesía siempre esta latente el peligro de que el siguiente movimiento pueda ser exitoso, y siempre, cuando las condiciones terminan madurando, lo es.
El proceso de la huelga general hace aflorar a la superficie un inmenso trabajo preparatorio previo. No la provoca la decisión de un grupo por muy fuerte que sea, ni es una decisión tomada unos cuantos días antes de que estalle o se desarrolle, sino un trabajo intensivo y extendido en el tiempo, años e incluso décadas. Las masas toman conciencia de su propia fuerza, pasan de ser clase en si a clase para si, se ponen en movimiento, pasan a la acción, arrastran a los dubitativos y apáticos de la clase trabajadora y de la clase media, que en épocas de “paz” permanece inerte. Y muestra todo el poder organizativo y toda la capacidad creativa y la inventiva de las masas en acción.
La organización de una huelga general, en sí, organiza y crea el poder popular desde abajo. Una huelga general da confianza a las masas en sus propias fuerzas, eleva el nivel de organización, de coordinación, lleva a la praxis la cuestión de la unidad, plantea el carácter clasista o interclasista de esa unidad ( la cuestión de Frente Único Obrero o Frente Popular interclases) Representa un paso más allá de la teoría, los libros, foros y debates hacia la acción decidida y a su vez, extiende la organización, y donde no hay organización permanente y democrática de masas, la crea por empuje de las masas desde abajo (más comités de lucha, más círculos ciudadanos) Y los crea con una amplia diversidad, multiplica los foros y convierte su carácter deliberativo-formativo en centros de discusión para la acción.
La huelga general expresa y presupone un cierto nivel de organización de los trabajadores y un fondo de resistencia o caja de lucha importante. La burguesía siempre intentará desgastar el movimiento y la huelga dejando que pase el tiempo y quincenas sin pagar los salarios caídos a los trabajadores. No se trata solo de la huelga de unas horas, o un día sino de un proceso que puede requerir de una huelga de 24 horas, nuevas movilizaciones, una huelga posterior a las pocas semanas de 48 horas, y si no se logra el objetivo, profundizarla con una huelga de 72 horas, después de ésta ya sólo queda la huelga general indefinida, que es una huelga política, insurreccional. Es el punto máximo que alcanza la organización del movimiento y la cuestión del doble poder. No puede permanecer sin romperse el equilibrio a favor de una de las clases. Es un combate directo entre las clases, la guerra de clases en su desenlace más inmediato.
La huelga general pone en peligro a un gobierno o a un sistema social dependiendo de la amplitud del movimiento, de sus objetivos y de la existencia de una dirección firme y decidida. Hasta nuestros días, como Trotsky subrayaba, la crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección del proletariado.
La huelga general no puede ser vista como una panacea, como el remedio inmediato y milagroso propio de merolicos que un día maravilloso, cuando todos los obreros se pongan de acuerdo en manifestarse y tomar acción acabará con la tiranía e instaurará el socialismo y junto a él la democracia obrera. No se puede conseguir todo de forma automática, aunque se trate de una huelga general. Las huelgas son uno de los métodos de lucha de la clase trabajadora pero no es el único.
La huelga general, en si misma, no presupone la revolución. Una huelga general de 24 horas, no va a derribar por este solo hecho al gobierno usurpador de Calderón. Lo que va a lograr es un fortalecimiento del nivel de organización y un aumento de la confianza de las masas en su propia fuerza. La combinación y multiplicación de formas de lucha realizadas con decisión firme y audacia si posibilitaría derribar al gobierno espurio.
En nuestro país, la rutina de los debates ya finalizados, el ronroneo parlamentario, no adormeció la acción directa de las masas. La consulta ha representado una nueva ofensiva y una nueva victoria con más del 80% de votos por el NO a la privatización de PEMEX y el petróleo, con más de un millón y medio de votantes sumados los resultados del DF y de los estados del país donde se ha realizado, lo que constituye un éxito claro.
La conciencia de las masas
La huelga general no sustituye la tarea de ganar la conciencia de las masas, el trabajo de masas y entre las masas. Sin ese trabajo previo una huelga general no puede darse de forma exitosa, y una vez dada, sin ese trabajo posterior a un nivel superior, el carácter, la calidad de esa huelga no permitiría su extensión. A su vez, la huelga general juega un papel en el afianzamiento y desarrollo de las tradiciones de lucha obrera: trabajo colectivo, decisiones conjuntas, planeación, coordinación, puntualidad, síntesis y claridad en las metas.
La huelga general no siempre es una decisión programada y planeada al milímetro. Muchas veces el “azar”, o en relación dialéctica la forma en que se reviste la necesidad, como una lucha local, parcial, electoral incluso, extiende la chispa y provoca el estallido de una o varias huelgas generales. Una revolución social no es un acto de un día. Una huelga general, tampoco. Es un proceso de transformación cualitativa de la conciencia y cuantitativa de la organización, donde se produce una mayor acumulación de fuerzas.
El carácter de la huelga general no solo es defensivo (defensa de PEMEX, del petróleo y la soberanía, ante las contrarreformas del ISSSTE, contra la represión, como rezaba la vieja consigna de “ante la represión, movilización” puesta al día en el eslogan “ante la represión, huelga general”) sino incorpora un movimiento ofensivo con un claro elemento político ¡Derribo de Calderón y su títere gobierno espurio! que tiene un carácter de ofensiva aunque todavía no se trate de una huelga general insurreccional. No es caída ni renuncia, que supondría un acto voluntario de su parte. No somos ingenuos. Es necesario que sea derribado pues fue puesto ahí por el imperialismo como el administrador de su finca mexicana. El imperialismo que puso a Calderón en su puesto de gestor por medio del fraude, la “guerra electoral”, como a Karzai en Afganistán, o en Irak a su hombre de paja, no permitiría su renuncia de motu propio.
¿Cómo podemos participar en un paro nacional?
Otra pregunta asalta la mente ante el carácter novedoso de una huelga general. ¿Cómo podemos participa en un paro nacional? Desde el principio se han utilizado como sinónimos ambos términos, huelga general o paro nacional, como indistintamente son conocidos por el movimiento.
El movimiento obrero organizado participa a través de sus organismos, convocando asambleas en sus centros de trabajo para votar la huelga, que no sea una decisión del Comité Ejecutivo o de alguna cúpula sino una decisión de abajo, democrática. Conformando brigadas de acción, para extender la huelga a centros de trabajo donde hubiera más dificultades por represión patronal u otro motivo y para ir a colonias populares, a otras fábricas o centros de trabajo a hacer propaganda, volanteando en la puerta, a la salida de los turnos, en el transporte público, metro, plazas, tianguis…. colocando mantas informativas, proyectando cine debates sobre películas que reflejen huelgas internacionales o nacionales históricas, interviniendo como oradores donde sean invitados. Y una vez se produjera la huelga general volver a efectuar las asambleas para hacer un balance de la misma, tanto aciertos y errores, fortalezas y debilidades, preparando los siguientes pasos del plan de acción decretado democráticamente por el movimiento.
Lo mismo sucedería con los estudiantes organizados en sus Comités de Lucha. Pero quien no pueda participar en el paro en un centro de trabajo o estudio, tiene su ámbito territorial, la colonia, la delegación y la ciudad. Formando colonia a colonia Comités de Lucha Popular, como las organizaciones crean sus Comités de Movilizaciones, para formar brigadas que volanteen en el barrio, investiguen y ubiquen los lugares estratégicos para parar, cortar, tomar, o formar cercos (carreteras, calles y avenidas importantes, estaciones de metro, oficinas gubernamentales, en el norte del país aduanas y pasos fronterizos, refinerías, y oficinas de PEMEX, puertos… ) además de producir propaganda en forma de volantes, carteles, botones, calcomanías, CD’s….y hagan simulacros de tomas para llegado el día de la Huelga General sepan qué hacer, con quién formar su brigada y adónde dirigirse para llevar adelante una acción precisa. Además de realizar asambleas por colonia y delegación y aprobar por votación democrática la huelga general y el plan de acción que se proponga. También dando información a la prensa, boletines para romper el cerco informativo. Elaborar y pegar murales, vocear en las colonias con carros con megafonos. Todas las colonias convertidas en altavoces de la huelga.
En Ecuador, el movimiento democrático empezó organizándose por calles, sacando a la calle sus bancos y cortando las carreteras, de ahí se realizaron acciones más amplias en los barrios, cortes de avenidas principales, cercos a instituciones bancarias y dependencias oficiales, hasta rodear el parlamento y tomar Quito. Eso significó el derribo de varios gobiernos antipopulares.
La huelga general ya no puede ser en las actuales circunstancias una simple huelga económica de carácter nacional. El despertar de la conciencia de clase, de estar oprimidos, de millones se manifiesta de inmediato cuando millones descubren el carácter insoportable de su existencia social y económica. El movimiento siempre requerirá de un alto grado de educación política, de conciencia de clase y de organización para acometer la tarea de derribar un sistema social caduco y podrido, descompuesto, como es el capitalismo pero el factor central en la ecuación sigue siendo la decisión de luchar con coraje de las masas y las acciones audaces y firmen que se emprendan. La buena voluntad, sin acción, no sirve.
El aparente caos y desorganización, del que nos quejamos amargamente tan a menudo, esconde, si lo vemos con más cuidado y detenimiento, un incesante proceso de organización que no se ha detenido.
Muchas veces los avances en organización, los saltos importantes, se desarrollan a raíz de una huelga de masas y no de la huelga general como producto totalmente terminado de organizaciones amplias, estables y sólidas.
Los trabajadores se sienten impotentes cuando están desorganizados, desunidos y sólo pueden oponer resistencia si están unidos y se declaran en huelga o amenazan con la huelga. Las huelgas, y en mayor medida la huelga general, significa el comienzo de la lucha contra la estructura capitalista de la sociedad, una de cuyas mayores expresiones es la ley del máximo beneficio, o sea, máximo saqueo, como la pretendida privatización de PEMEX.
El triunfo de la huelga general
¿Cuándo triunfa una huelga general? Cuando el terreno está abonado, cuando las circunstancias impulsan irresistiblemente a la lucha. La burguesía ha estirado demasiado la liga: hambre, pobreza, crisis alimentaria, desempleo, pérdida de poder adquisitivo, represión, violencia generalizada, privatizaciones, guerras en varias partes del mundo…..
Un peligro al que se enfrentaría una huelga general es que estuviera alimentada solo por un sentimiento de transformación social instintivo pero careciera de una teoría y una táctica de lucha revolucionaria.
Para lograr este fin es necesaria la acción conjunta de sindicatos democráticos y partidos de la clase trabajadora. ¿Debe darse la “independencia” entre partido y sindicatos en el contexto de preparar la huelga general? Es claro que los sindicatos deben tener una política independiente pero del gobierno, de la burguesía y sus partidos PRI y PAN pero una total dependencia del movimiento obrero y popular, que debe poder exigir la revocabilidad de sus representantes que no cumplen con el mandato y la línea política dada por las bases. La consulta sobre el tema de la contrarreforma petrolera también es un mandato para todos ellos. Al calor de los acontecimientos la Historia ha demostrado muchas veces como se forjan tendencias revolucionarias al interior de los partidos de izquierda y de los sindicatos democráticos. México no será la excepción a esta regla histórica.
También una huelga general triunfante seria un nuevo revulsivo que acrecentaría las crisis de las direcciones charras del movimiento. Por mucho que la CROC y la CROM han vuelto al redil del Congreso del Trabajo (CT), que es un cadáver pestilente. Si han vuelto es por su debilidad. El CT es un cementerio de elefantes, un cascarón vacio. El sindicalismo independiente y democrático no cuenta detrás de si tan solo con sus propias y todavía limitadas fuerzas por el hecho de agrupar a sólo un 20% del total del sindicalismo, para lanzar un paro nacional, sino con el apoyo de millones de no organizados y otras capas oprimidas, estudiantes que en 90 % no son admitidos, amas de casa flageladas por la carestía de la vida y la escalada de precios, desempleados, etc.
También una huelga general triunfante seria un nuevo revulsivo que acrecentaría las crisis de las direcciones charras del movimiento. Por mucho que la CROC y la CROM han vuelto al redil del Congreso del Trabajo (CT), que es un cadáver pestilente. Si han vuelto es por su debilidad. El CT es un cementerio de elefantes, un cascarón vacio. El sindicalismo independiente y democrático no cuenta detrás de si tan solo con sus propias y todavía limitadas fuerzas por el hecho de agrupar a sólo un 20% del total del sindicalismo, para lanzar un paro nacional, sino con el apoyo de millones de no organizados y otras capas oprimidas, estudiantes que en 90 % no son admitidos, amas de casa flageladas por la carestía de la vida y la escalada de precios, desempleados, etc.
La victoria en la defensa del petróleo no representaría sólo, como afirma el Dr. Jalife Rahme, “la segunda independencia de México” sino la segunda revolución económica del país, tras la instaurada por la Revolución de 1910, e impulsada en 1938 con la expropiación petrolera del General Lázaro Cárdenas.
¿Y después qué?
Una primera huelga general plantea también la pregunta de ¿y después qué? Si una huelga general no se continua hasta lograr una victoria, además de que sólo serviría para quitarle vapor a la olla como a veces pretenden intencionalmente los asustados dirigentes reformistas y burocráticos (una forma “hábil” de desmovilizar movilizando previamente) podrían caer capas del movimiento en un estado de decaimiento, una forma de pasividad, lo que allanaría el camino a la reacción para el contraataque y la represión, sembrando la confusión en las filas del movimiento democrático.
La huelga general es posible porque es necesaria. Y lo es tanto por razones objetivas como subjetivas. La primera razón es que nunca antes en la historia de México se ha levantado un movimiento masivo de millones antes del enfrentamiento abierto entre las clases. Ni en 1910 ni en 1968 sucedió esto. Un movimiento que ya ha estirado el músculo con las dos marchas políticas más grandes de la historia del país, encabezadas por AMLO, una con 1, 5 millones y la otra con 3 millones marchando. Es un proceso que se da en la misma secuencia de hechos desde el desafuero, el plantón, el fraude electoral de 2006 y el movimiento nacional contra la privatización del petróleo. La lucha del movimiento es constante desde 2005. Son ya tres años ininterrumpidos de luchas, marchas, mítines, creación de organizaciones permanentes o semipermanentes como los círculos de estudios y las redes ciudadanas, la CND, en suma, una enorme y magnifica escuela de formación política, de táctica y de estrategia de izquierda.
Unidad Popular
Como hasta ahora ha sucedido, los dirigentes del movimiento democrático deben seguir siendo sensibles a las iniciativas de las masas, que se orientan decididamente a la unidad popular. El siguiente paso es la huelga nacional de 24 horas. La huelga general transformaría las luchas y abriría nuevas perspectivas al movimiento.
El Dialogo Nacional, que agrupa a más de 200 organizaciones en la más amplia unidad de acción hasta ahora lograda por el movimiento democrático, ha proclamado y convocado a un primer ensayo de Huelga General para el día 1 de septiembre cuando inicia el nuevo periodo ordinario en la Cámara de Diputados. Debe servir para dar paso a un nivel superior: un Frente Único Obrero o Alianza Obrera Nacional.
El movimiento democrático sólo puede confiar en si mismo, en su propia fuerza y en su unión, no en “convencer” al PRI o al PAN, cuyos intereses de clase son muy claros y antagónicos a los nuestros, o a empresarios “nacionales”, cuya única diferencia con los extranjeros es que buscan quedarse ellos para si con los beneficios de saquear el petróleo que ellos consideran como IP “patriótica” que es “suyo”. Aunque en los tiempos de la globalización cualquier transnacional burla la legislación, crea una “nueva empresa” 100% mexicana poniéndole la etiqueta “Exxon de México S.A. de C.V.” y asunto resuelto para sus intereses y no violarían ninguna ley burguesa. Así que la propuesta privatizadora del PRI es trampa y simulación a partes iguales.
Lo que la Unidad Popular significó para Allende, donde ganando la calle se ganó luego la elección presidencial, debe significar un Frente Único de organizaciones obreras y populares para poner fin a la pesadilla de los gobiernos PRI-PAN en el poder.
Unión Militar Democrática
Unión Militar Democrática
El proceso de transformación de la sociedad y una huelga general necesitan de los militares, de los soldados. De ganarlos para la causa de la democracia revolucionaria, del socialismo. ¡Ha sonado la hora de que los militares democráticos proclamen a la luz de la opinión pública nacional e internacional una Unión Militar Democrática, que aireen y extiendan sus manifiestos! Entre otras cuestiones, lo central es que impediría la represión generalizada, el uso del ejército contra los manifestantes o las brigadas de acción en una huelga general.
El gobierno espurio del presidente payaso, Calderón, no sentiría seguro el suelo bajo sus pies. La falsa imagen propagandística de un ejército monolítico al servicio de los ricos se vendría abajo. Un hombre lo vio con claridad y anticipación abriendo una brecha. Cierto es que este hombre valiente se llama General José Francisco Gallardo.
Represión y militarización
La huelga general se enfrenta siempre al peligro de la represión por parte del aparato de estado, sus fuerzas de seguridad, sus grupos paramilitares y guardias blancas. Tanto en una consulta como en una huelga general, a mayor número de votantes o de participantes activos, menor margen de maniobra para la represión, o en otras palabras, más costo político supondría si lo hicieran.
La militarización de zonas completas del país con la excusa de la “guerra al narco” y el Plan Mérida y la represión subsecuente pretende evitar el establecimiento de nuevas aéreas de doble poder popular, como los municipios autónomos o las Juntas de Buen Gobierno que son anticipaciones de ese proceso, y prepararse para reprimir al movimiento social. Porque una huelga general supone organismos de coordinación de la huelga y de unidad de acción más amplios ( embriones de Juntas Revolucionarias), más fuertes, más organizados e incluso comités de fabrica, comités de lucha en las escuelas y colonias, o sea, destacamentos organizados del movimiento obrero y popular listos en épocas de paz para brigadear y movilizarse y en “épocas de guerra” para asumir la legitima autodefensa y hacer valer al pie de la letra el texto del articulo 39 constitucional. Es curioso que en mucha partes del mundo los movimientos opositores luchan contra la Constitución vigente, para derogarla y elaborar una nueva, y en México se lucha por su defensa. La razón es que no en vano la Constitución de México es hija de una Revolución social, y contiene preceptos muy avanzados todavía a día de hoy.
Postulados de la huelga de masas
La historia de la huelga de masas permite extraer algunos postulados básicos: 1) las masas necesitan acciones y huelgas de lucha y no meramente demostrativas, que sean ofensivas y no simplemente defensivas; 2) No hay una separación entre la huelga de masas política y económica. Están ligadas, no separadas. Y no se puede establecer de forma mecánica y gradualista que la huelga política sea el estadio más alto de la huelga económica; 3) Una huelga general en la medida en que forma parte de un proceso y no es una acción aislada, se acabará transformando al poco tiempo en una multitud de huelgas políticas y económicas por todo el país. Cuando la lucha política se extiende, se clarifica y se intensifica, la lucha reivindicativa no solo no desaparece sino que se extiende, organiza e intensifica en paralelo. Hay una interacción entre ambas.4) La huelga de masas es inseparable de la transformación social. Solamente en un periodo que contenga elementos revolucionarios, cada lucha parcial adquiere la dimensión de una explosión general.5) Muchas veces la huelga general crea o desarrolla la organización. No es la huelga general la que produce una revolución social. A la inversa, un ambiente revolucionario se expresa a través de la huelga general.
Las consignas de la huelga general
¿Cuáles serían algunas consignas de una huelga general, extraídas de la síntesis de los movimientos sociales más recientes?:
1.- ¡Abajo el gobierno espurio de Calderón!
2.- ¡No a la privatización de PEMEX, de la electricidad, ni los energéticos! No a la liquidación de Luz y Fuerza del Centro! ¡En defensa del Sindicato Mexicano de Electricistas!
3.- ¡Ni un solo despido!
4.- ¡Derogación de las contrarreformas a la Ley del ISSSTE!!
5.- ¡Libertad presos políticos!
6.- ¡Contra la carestía de la vida, escala móvil precios-salarios!
7.- ¡Ya basta! ¡Por la IV República, socialista y democrática, Asamblea Constituyente Revolucionaria! ¡Todo el poder al pueblo!
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