jueves, 18 de febrero de 2010

A EXPROPIAR

Mientras un buen número de trabajadores están sobre las armas luchando por abolir toda imposición y toda explotación; mientras otros trabajadores se alistan en estos momentos para levantarse igualmente en armas, otros, vilmente engañados, se aprestan a hacer uso del derecho de votar para elevar al poder a un nuevo tirano.

Compañeros: no dividamos nuestra fuerza. Dejad a los hombres de la burguesía que voten, que al fin y al cabo sólo a ellos aprovechan esas farsas; pero no los ayudemos. Luchemos, mejor, contra ellos, convencidos de que la acción política retarda la emancipación económica y social del proletariado.

¿Qué beneficio recibiréis con la exaltación de Reyes, de Madero, de Vázquez Gómez o de cualquier otro burgués a la primera magistratura de la República? No serán ellos los que pongan en vuestras manos la tierra y la maquinaria de las industrias. Quizás, en vista de vuestros ardorosos anhelos de emancipación económica, os hagan todos ellos ofrecimientos; ¿pero qué aspirante al poder no os ha hecho ofrecimientos desde tiempo inmemorial? ¿Cuál es aquel candidato que ante las multitudes no se declara hermano de los pobres y no habla de reformas para mejorar la situación de la clase trabajadora? Pero una vez obtenido el puesto codiciado, no se acordará más de la miseria en que se pudren los que tuvieron el candor de firmar las boletas electorales que le dieron el triunfo.

Despertad, proletarios. El Partido Liberal Mexicano lucha sin vacilaciones y sin temores por la instauración de un medio en que todo ser humano, por el solo hecho de venir al mundo tenga su puesto en el gran banquete de la vida. Este Partido está formado por trabajadores. No hay en él ningún burgués, pues los últimos que había fueron expulsados unos, y los otros se marcharon solos, cuando denunciamos a Francisco I. Madero como traidor a la causa de la libertad. Así, pues, este Partido es el de los proletarios; el de los que no quieren estar una pulgada arriba de los demás; el Partido de los hambrientos de todas las satisfacciones sanas; el Partido de los que no quieren amos de ninguna clase; es el Partido de los que luchan contra la Autoridad y el Capital.

Los políticos son los peores enemigos del proletariado: largadlos en hora mala con sus boletas electorales, con sus convenciones, con sus pretensiosos discursos. Si leéis la prensa burguesa de la ciudad de México, os ruego me digáis si habéis encontrado nombres de proletarios entre los delegados a las diversas convenciones políticas que están teniendo lugar en México para discutir candidaturas. Son profesionistas, hombres de letras, grandes y pequeños burgueses, políticos de oficio, periodistas de la burguesía y ... hasta militares maderistas afeminados como Antonio I. Villarreal los que tienen voz y voto en esas asambleas, y esos burgueses son los que designan el candidato por el que os aconsejarán que déis vuestros votos.

No veo que algún hombre que se gane la vida manejando el martillo, la pala, el pico, la garlopa, el arado, la cuchara de albañil, la maquinaria y los utensilios de la fábrica y del taller, etc., etc., haya tomado parte en las deliberaciones. Burgueses, burgueses y nada más que burgueses son los que escojen al que mejor ha de garantizarles la explotación que sobre vosotros ejerce el capitalismo ¡y después se os invita a votar por el nuevo verdugo!

No, compañeros; escupid al rostro de los que os invitan a tomar parte en las elecciones y gritad ¡muera la Autoridad! ¡Queremos ser libres! ¡Queremos la verdadera libertad emanada de la libertad económica! ¡Viva la expropiación salvadora! Y como torrente desbordado invadid el mundo de la industria, arrollando a burgueses y autoridades, quemando papelotes de los archivos de la propiedad, Y tomad posesión, a sangre y fuego, de la tierra, de la mina, del taller, de la fábrica, de la fundición, del ferrocarril, del barco, del bosque, del agua, de las casas, y trabajad de una vez por vuestra cuenta sin amos que os exploten, sin gobernantes que os chupen la sangre por medio de contribuciones, sin jueces, sin leyes malditas que apoyen al rico, sin clérigos que os señalen con la impura mano un paraíso detrás de las estrellas para que no reparéis en que el paraíso es la fecunda tierra que pisáis, tierra ávida de que la toméis y la acariciéis con el arado, la fecundéis con vuestro sudor; pero ya no bajo el látigo de los señores hacendados que, para entonces, si sois verdaderamente hombres, habéis acabado con todos ellos ya haciéndolos que trabajen codo con codo con vosotros, ya ajusticiándolos si llenos de soberbia quisieran todavía hacerse reconocer como dueños y señores vuestros y de todo cuanto existe.

No os asustéis porque los escritorcillos de la burguesía os llamen anarquistas. Expropiad y gozad en común de todo lo que haya y sed, de una vez para siempre, los amos de vosotros mismos. Entonces no necesitaréis del gendarme, porque teniendo todos la misma oportunidad de ganarse el sustento con sólo trabajar, no tendréis que envidiar nada de nadie. Los viejos, los niños y los impedidos tendrán derecho a gozar de todo, pues sus hermanos trabajaremos para que no sufran.

La Autoridad es necesaria hoy, porque habiendo hombres que tienen mucho y otros que no tienen nada, necesario es para los que tienen mucho el gendarme que como perro espíe los movimientos de los que nada tienen.

Conque, a expropiar para el beneficio de todos y cada uno de los habitantes de México. Enarbolad la Bandera Roja de vuestros hermanos los liberales y gritad ¡Viva Tierra y Libertad!

Ricardo Flores Magón

(De Regeneración, 16 de septiembre de 1911).

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