martes, 16 de marzo de 2010

QUE SIGNIFICA SER EL PARTIDO DE LA OPOSICION EXTREMA DURANTE LA REVOLUCION?




V.I. Lenin



Volvamos a la resolución sobre el gobierno provisional. Hemos señalado que la táctica de los neoiskristas impulsa la revolución no hacia delante -- cuya posibilidad querrían garantizar con su resolución --, sino hacia atrás. Hemos señalado que es precisamente esta táctica la queata las manos de la socialdemocracia en la lucha contra la burguesía inconsecuente y que no la preserva de la dilución en la democracia burguesa. Se comprende que de las premisas falsas de la resolución resulta una consecuencia falsa: "Por esto la socialdemocracia no se debe proponer como fin tomar o compartir el Poder en el gobierno provisional, sino que debe seguir siendo el partido de la oposición revolucionaria extrema". Fijaos en la primera mitad de esta conclusión, que se refiere al planteamiento de los fines. ¿Asignan como fin los neoiskristas a la actividad socialdemócrata la victoria decisiva de la revolución sobre el zarismo? Sí, la asignan. No saben formular acertadamente las condiciones de la victoria decisiva, desviándose hacia la formulación de Osvobozhdenie, pero el fin indicado lo plantean. Prosigamos. ¿Relacionan el gobierno provisional con la insurrección? Sí, lo relacionan de un modo directo al decir que el gobierno provisional "surgirá de la insurrección popular victoriosa". Finalmente, ¿se asignan el fin de dirigir la insurrección? Sí, esquivan, como el señor Struve, reconocer que la insurrección es necesaria y urgente, pero, al mismo tiempo, dicen, a diferencia del señor Struve, que la "socialdemocracia aspira a subordinarla (la insurrección) a su influencia y dirección y a utilizarla en interés de la clase obrera".
    Qué coherente resulta todo esto, ¿verdad? Nos asignamos como fin subordinar la insurrección de las masas proletarias y no proletariasa nuestra influencia, a nuestra dirección, utilizarla en nuestro interés. Por consiguiente, nos asignamos como fin dirigir, durante la insurrección, al proletariado, a la burguesía revolucionaria y a la pequeña burguesía ("grupos no proletarios"), es decir, que la dirección de la insurrección la "compartan " la socialdemocracia y la burguesía revolucionaria. Nos asignamos como fin la victoria de la insurrección, la cual debe conducir a la instauración de un gobierno provisional ("surgido de la insurrección popular victoriosa"). ¡¡Por esto. . . por esto no debemos asignarnos como fin adueñarnos del Poder o compartir el mismo en el gobierno provisional revolucionario!!
    Nuestros amigos no pueden, de ningún modo, atar cabos. Oscilan entre el punto de vista del señor Struve, que se aparta de la insurrección, y el punto de vista de la socialdemocracia revolucionaria, la cual incita a realizar esta tarea inaplazable. Oscilan entre el anarquismo, que condena desde el punto de vista de los principios, como una traición al proletariado, toda participación en el gobierno provisional revolucionario, y el marxismo, que exige dicha participación a condición de que la socialdemocracia ejerza una influencia dirigente en la insurrección*. No tienen ninguna posición independiente: ni la posición del señor Struve, que desea llegar a un compromiso con el zarismo y que, por este motivo, debe zafarse y andar con rodeos en la cuestión de la insurrección, ni la posición de los anarquistas, que condenan toda acción "desde arriba"y toda participación en la revolución burguesa. Los neoiskristas confunden el arreglo con el zarismo con la victoria sobre él. Quieren participar en la revolución burguesa. Han ido un poco más allá que Dos dictaduras de Martínov. Se hallan incluso conformes con dirigir la insurrección del pueblo, con tal de renunciar a dicha dirección inmediatamente después de la victoria (¿o acaso inmediatamente antes de la victoria?), esto es, con tal de no aprovecharse de los frutos de la victoria y ceder todos los frutosenteramente a la burguesía. Y a esto lo llaman "utilizar la insurrección en interés de la clase obrera". . .


    * Véase Proletari, núm. 3, "Sobre el gobierno provisional revolucionario", artículo segundo. (V. I. Lenin, Obras Completas, t. VIII. N. de la Red.)
    No hay necesidad de seguir deteniéndonos en este embrollo. Será más útil examinar el origen de dicho embrollo en la formulación de éste, que reza así: "Seguir siendo el partido de la oposición revolucionaria extrema".
    Nos hallamos en presencia de una de las conocidas tesis de la socialdemocracia revolucionaria internacional. Esta tesis es completamente acertada. Se ha convertido en un lugar común para todos los adversarios del revisionismo o del oportunismo en los países parlamentarios. Ha adquirido derecho de ciudadanía como respuesta legítima y necesaria contra el "cretinismo parlamentario", el millerandismo, el bernsteinianismo, el reformismo italiano a lo Turati. Nuestros buenos neoiskristas se han aprendido esta buena tesis y la aplican celosamente. . . de un modo completamente inoportuno. Las categorías de la lucha parlamentaria se incluyen en resoluciones escritas para condiciones en las cuales no existe parlamento alguno. El concepto de "oposición", que es el reflejo y la expresión de una situación política en la que nadie habla seriamente de insurrección, se traslada absurdamente a una situación en la que la insurrección ha empezado y en la que piensan en la dirección de la misma y hablan de ella todos los partidarios de la revolución. El deseo de "seguir " en la misma situación que antes, esto es, obrando sólo "desde abajo", se expresa de un modo pomposo y rimbombante precisamente cuando la revolución ha planteado la cuestión de la necesidad, en caso de victoria de la insurrección, de obrar desde arriba.
    ¡No, decididamente nuestros neoiskristas no tienen suerte! Incluso cuando formulan una tesis socialdemócrata acertada, no saben aplicarla acertadamente. No han pensado cómo se transforman y se convierten en su antítesis las nociones y los términos de la lucha parlamentaria en la época en que se ha iniciado la revolución, cuando no hay parlamento, cuando existe la guerra civil, cuando se producen explosiones de la insurrección. No han pensado que, en las circunstancias de que se trata, las enmiendas se proponen por medio de las manifestaciones en las calles, las interpelaciones se hacen mediante las acciones ofensivas de los ciudadanos armados y la oposición al gobierno se efectúa mediante el derrumbamiento violento del mismo.
    Del mismo modo que el famoso héroe de nuestra épica popular repetía los buenos consejos precisamente cuando eran inoportunos, también nuestros admiradores de Martínov repiten las lecciones del parlamentarismo pacífico precisamente cuando ellos mismos comprueban el comienzo de las operaciones militares directas. ¡No hay nada tan curioso como esta manera de formular con aire de importancia la consigna de "oposición extrema" en una resolución que empieza aludiendo a la "victoria decisiva de la revolución", a la "insurrección popular"! Reflexionad bien, señores: ¿qué significa representar el papel de "oposición extrema" en la época de la insurrección? ¿Significa esto desenmascarar el gobierno o derribarlo? ¿Significa esto votar contra el gobierno o infligir una derrota a sus fuerzas armadas en un combate abierto? ¿Significa esto negarse a llenar la caja del gobierno o significa esto apoderarse por vía revolucionaria de dicha caja para destinarla a satisfacer las necesidades de la insurrección, al armamento de los obreros y campesinos, a la convocatoria de la Asamblea Constituyente? ¿No empiezan ustedes a comprender, señores, que el concepto de "oposición extrema" no expresa más que una acción negativa: denunciar, votar contra, denegar? ¿Por qué es así? Porque esta noción se refiere sólo a la lucha parlamentaria, y esto en una época en la que nadie se asigna como fin inmediato de la lucha la "victoria decisiva". ¿No empiezan ustedes a comprender que las cosas varían de un modo cardinal en este sentido a partir del momento en que se empieza una resuelta ofensiva en toda la línea, del pueblo políticamente oprimido, para la lucha desesperada por la victoria?
    Los obreros nos preguntan: ¿hay que emprender enérgicamente la obra inaplazable de la insurrección? ¿Qué hacer para que la insurrección empezada resulte victoriosa? ¿Cómo aprovecharse de la victoria? ¿Qué programa se puede y se debe realizar en este caso? Los neoiskristas, que están profundizando el marxismo, contestan: seguir siendo el partido de la oposición revolucionaria extrema. . . Ahora bien, ¿acaso no teníamos razón cuando calificábamos a esos caballeros de virtuosos del filisteísmo?

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