jueves, 22 de julio de 2010

El maoísmo: un producto natural del menchevismo y la contrarrevolución política


Por Jesús Valdez
 El maoísmo como línea ideológica es un producto natural del triunfo de la contrarrevolución política en la URSS, fenómeno que llevó a la degeneración y desintegración de la 3ª Internacional Comunista bajo las órdenes de Stalin. La Comitern (Internacional Comunista) asume una posición menchevique llamada “Frente Popular”, en la que ya no se trata de confrontar a las burguesías nacionales, sino de pactar con ellas “para combatir al imperialismo”, ya no se trata de la revolución proletaria, sino de defender primero la revolución burguesa para que dentro de 30 000 años tengamos la oportunidad de luchar una revolución socialista, ésa es la política del FPR. Carlos Marx siempre defendió la independencia de clase de los obreros frente a los partidos burgueses, junto a Engels combatió enérgicamente cualquier intento de posiciones chovinistas pragmáticas de apoyo a las burguesías nacionales, por el contrario, fieles a la lucha de clases tomando partido por el proletariado y las capas oprimidas por el sistema capitalista reivindicaron la lucha intransigente y permanente contra el estado de cosas existente, desarrollando el socialismo científico en defensa de la revolución comunista hacia una sociedad sin clases. Esto lo podemos comprobar en los resolutivos de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT, primera internacional revolucionaria) y el libro de Marx llamado “La guerra Civil en Francia”.
Más tarde, en su folleto: Las luchas de clases en Francia de 1854 a 1855 Marx demostró que cuando los conflictos entre las clases sociales está al rojo vivo se trata del triunfo de la revolución o la contrarrevolución, poniendo al descubierto el engaño de la Asamblea Constituyente que significó el triunfo de la burguesía contrarrevolucionaria sobre los cadáveres de la revolución.
En 1878 Engels escribía del siguiente modo en su respuesta a Eugene Düring:
Hoy sabemos que aquel Reino de la Razón no era nada más que el Reino de la Burguesía idealizado, que la justicia eterna encontró su realización en los tribunales de la burguesía, que la igualdad desembocó en la igualdad burguesa ante la ley, que como uno de los derechos del hombre más esenciales se proclamó la propiedad burguesa y que el Estado de la Razón, el contrato social roussoniano, tomó vida, y sólo pudo cobrarla, como república burguesa democrática. Los grandes pensadores del siglo XVIII, exactamente igual que todos sus predecesores, no pudieron rebasar los límites que les había puesto su propia época.
Pero junto a la contraposición entre nobleza feudal y burguesía existía la contraposición general entre explotadores y explotados, entre ricos ociosos y pobres trabajadores. Fue precisamente esa circunstancia lo que permitió a los representantes de la burguesía situarse como representantes no de una clase particular, sino de la entera humanidad en sufrimiento. Aún más. Desde su mismo nacimiento la burguesía traía su propia contraposición: no pueden existir capitalistas sin trabajadores asalariados, y en la misma razón según la cual el burgués gremial de la Edad Media dio de sí el burgués moderno, el trabajador gremial y el jornalero sin gremio fueron dando en proletarios. Y aunque a grandes rasgos la burguesía pudo pretender con razón que en la lucha contra la nobleza representaba al mismo tiempo los intereses de las diversas clases trabajadoras de la época, en todo gran movimiento burgués se manifestaron agitaciones independientes de aquella clase que fue la precursora más o menos desarrollada del moderno proletariado. Así ocurrió en la época de las guerras religiosas y campesinas alemanas con la tendencia de Thomas Münzer; en la gran Revolución inglesa con los levellers; en la gran Revolución Francesa con Babeuf. Junto a estas manifestaciones revolucionarias de una clase aún inmadura se produjeron manifestaciones teoréticas; en los siglos XVI y XVII, descripciones utópicas de situaciones sociales ideales; en el siglo XVIII, ya explícitas teorías comunistas (Morelly y Mably). La exigencia de igualdad no se limitó a los derechos políticos, sino que se amplió a la situación social del individuo; no se trataba de suprimir meramente los privilegios de clase, sino también las diferencias de clase. Y así fue la primera forma de manifestación de la nueva doctrina un comunismo ascético que enlazaba con Esparta. A eso siguieron los tres grandes utópicos: Saint Simon, en el cual la tendencia burguesa aún conserva cierto valor junto a la proletaria; Fourier, y Owen, que, en el país de la producción capitalista más desarrollada y bajo la impresión de las contraposiciones por ella producidas, desarrolló sistemáticamente sus propuestas para la eliminación de las diferencias de clase, enlazando directamente con el materialismo francés.

El partido bolchevique y la lucha de Trotsky - Lenin contra el socialimperialismo
Tras el estallido de la Primera Guerra mundial en el año de 1914, las contradicciones en la II Internacional Socialista se abrieron de manera ampulosa y declarada, para entonces el ala dominante de carácter reformista encabezada por Carlos Kautsky abogó por la defensa de las burguesías nacionales contra las extranjeras, traicionando los principios de la lucha de clases, anulándola y formando parte de las filas de la burguesía. Por su parte, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo y un puñado de revolucionarios en defensa del internacionalismo revolucionario (porque la clase obrera es una clase mundial, porque la opresión de la burguesía y los terratenientes es mundial) formaron la III Internacional Comunista, dando un impulso a la revolución proletaria mundial aprovechando que los obreros estaban armados para poder derrotar a los opresores, los internacionalistas revolucionarios se opusieron a la masacre entre hermanos de clase por intereses ajenos que eran los intereses de los países imperialistas que estallaron una guerra de rapiña. El estallido de la revolución internacional frenó la primera guerra mundial para convertirla en una guerra revolucionaria de una clase contra otra, del proletariado contra la burguesía.
El ala menchevique y el Socialismo Revolucionario del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia se puso al lado del imperialismo, tratando de continuar la guerra burguesa de rapiña, pero la revolución hizo justicia repartiendo fábricas, tierras, estableciendo el gobierno obrero hasta la desaparición de las clases sociales en todo el mundo, formando un ejército revolucionario para resistir desde la RSFR (después llamada URSS) el ataque de 21 tropas imperialistas, combatiendo por aire, tierra y mar, confraternizando con los soldados de otros países para firmar la paz y luchar por el regreso de las tropas invasoras a sus respectivos países, apoyando la revolución proletaria en todos los países. Este es el carácter internacionalista enarbolado por Engels en sus Principios del Comunismo, que sirvió de ensayo para el Manifiesto del Partido Comunista que redactó junto a Carlos Marx.
El continuador de esta obra es León Trotsky durante la Segunda Guerra mundial, que a pesar de que todo el partido bolchevique fue asesinado por la contrarrevolución política que triunfaba en la URSS con Stalin a la cabeza, mismo que invadió Polonia junto a Hitler, que mediante la GPU asesinó junto a los nazis y fascistas a todo el partido bolchevique, a los revolucionarios internacionalistas de todos los países, a sus familias, entre ellas, toda la familia de León Trotsky. Antes de morir Trotsky logró mantener los principios del internacionalismo proletario, su importancia fue tal que el estalinismo le temía y el mismo Hitler reconoció que de no asesinar a Trotsky y liquidar a la IV Internacional, la revolución proletaria internacional seguiría avanzando en todo el mundo.
En China, el año de 1927, la III Internacional Comunista con el estalinismo a la cabeza aceptó como miembro honorario a Chiang Kai Shek, terrateniente reaccionario, asesino de campesinos y obreros chinos. Mao Tse Tung defendió la postura menchevique – estalinista de la revolución en 2 etapas: primero la revolución burguesa, después, dentro de muchos años, la revolución proletaria.
El sistema soviético por el que luchó el partido bolchevique antes de la muerte de Lenin fue de un gobierno obrero y campesino a través de los consejos obreros y campesinos, llamados sóviets en ruso. El partido bolchevique nunca luchó por un sistema presidencial ni por una república burguesa parlamentaria, ni por un pre-parlamento como lo intentaron los mencheviques de derecha y los socialistas revolucionarios de derecha. Cuando estos señores usurparon el poder asambleario del Soviet de Petrogrado durante la revolución de febrero de 1917 que derrocó al zarismo con los obreros armados, masacraron a los trabajadores durante las jornadas de julio de 1917, no entregaron las tierras que prometieron a los campesinos, no entregaron las fábricas a los obreros. Por estos motivos, el partido bolchevique con Lenin y Trotsky a la cabeza, dio una lucha interna pugnado por la insurrección contra los oportunistas, contra los traidores hasta derrocarlos bajo la consigna: ¡Todo el poder a los soviets!
Mao Tse Tung, influenciado por el ala contrarrevolucionaria traiciona a la revolución china de 1929 apoyando al fascista Chiang Kai Shek y al partido más reaccionario y contrarrevolucionario de china: El Kuomintang. Por ello consideramos que el maoísmo – estalinismo – menchevismo,  es una desviación ajena al marxismo y la lucha de clases, ajena al verdadero leninismo.
Mao continúa la obra del menchevismo en sus tesis filosóficas, donde aboga por la “burguesía nacional-progresista, apoyando en La caída de la URSS no se puede explicar sin la existencia de una contrarrevolución política encabezada primero por Stalin, después por Krushev, Breshnev, y Mijail Gorbachov, así como tampoco se puede explicar la destrucción de la III Internacional Comunista  a manos del estalinismo. Hoy por hoy la IV internacional sigue vigente, y con todos los errores que puede tener, sigue pie de lucha. Mientras el obrero, el campesino y la sociedad sea oprimida por el régimen imperialista la revolución proletaria internacional estará vigente, los marxistas revolucionarios debemos poner en alto sus banderas deshaciéndonos de las líneas traidoras.
¡VIVA LA LUCHA DE CLASES!
¡VIVA LA REVOLUCIÓN COMUNISTA!
30 de junio de 2010

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