Louis Lingg, Adolph Ficher, August Spies y Samuel Fielden. |
Camaradas:
Apóstoles del pacifismo; creyentes de la acción política del proletariado, como el mejor medio para alcanzar la emancipación económica, volved los ojos hacia Chicago, donde cuatro negros zanjones, practicados en la tierra, guardan los restos de cuatro mártires, cuyo silencio es el testimonio elocuente de que la justicia gemirá encadenada mientras no brille el arma en la mano de cada trabajador, y no hierva en los pechos robustos este formidable sentimiento: ¡Rebeldía!
Los cuatro sepulcros donde duermen Spies, Engel, Fischer y Parsons proclaman esta verdad: la razón debe armarse; y esta otra: la violencia contra la violencia.
No os crucéis de brazos; no pidáis. Pedir es el crimen del humilde: ¡por eso se le mata! Si se os ha de matar por pedir, ¡mejor tomad!
Escuchad lo que os dicen esos cuatro sepulcros: Aquí guardamos los restos de los mejores de los vuestros. Aquí, en nuestras entrañas sombrías, duermen cuatro hombres generosos que soñaron conquistar el bienestar de la humanidad por la virtud de este solo hecho: cruzarse de brazos en la huelga general.
No hay comentarios:
Publicar un comentario