jueves, 31 de diciembre de 2009

Venezuela: Una nueva fase y mayores peligros

Escrito por Alejandro Rojas, miembro del Comité por una Internacional de Trabajadores

La llegada al poder de Hugo Chávez en 1998 representó un importante cambio en la situación mundial. Éste era el primer gobierno en llegar al poder que no abrazaba las ideas despiadadas del neo-liberalismo que habían dominado cada gobierno y clase dirigente durante los 1980 y 90. La llegada al poder de Chávez tuvo, por lo tanto, un importante carácter positivo. El régimen de Chávez realizó una serie de reformas populares, especialmente en sanidad y educación, que el CIT y los trabajadores de Venezuela apoyaron con entusiasmo.


Las políticas radicalmente populistas de Chávez pronto elevaron la cólera del imperialismo norteamericano y de la clase dominante venezolana que intentó derrocarlo. La lucha en Venezuela ha pasado por diferentes fases, y diferentes situaciones.

Ahora, ha entrado en una nueva fase que ha resultado ser crítica. Inicialmente, Chávez hablaba solamente de la “Revolución Bolivariana” y se introdujeron una serie de importantes reformas. Las llamadas “Misiones” en el campo de la sanidad (Barrio Adentro) y educación (Misión Robinson) fueron especialmente populares. Se alfabetizó a un millón de venezolanos, y millones tuvieron acceso a un médico por primera vez. Tres millones accedieron a colegios de primaria y secundaria. Más de dos millones de hectáreas se distribuyeron a las cooperativas agrarias desde que Chávez llegó al poder en 1998. Estas reformas y otros aspectos de su programa rápidamente le llevaron al enfrentamiento con los oligarcas que habían estado anteriormente en el poder y provocaron la ira de los Estados Unidos.

Al golpe de Estado fallido de 2002, y al “bloqueo” de la patronal en 2002-2003, le siguieron una serie de actos de sabotaje, que provocaron escasez de mercancías y desafíos electorales. Éstos fueron bloqueados por un movimiento de base masivo y espontáneo. La derrota de estos intentos contrarrevolucionarios supuso una importante victoria.
 
En 2005, espoleado por estos acontecimientos y por la presión de las masas pobres y de los trabajadores, Chávez dio un paso adelante y por primera vez declaró que el objetivo de la Revolución Bolivariana era el de construir el “Socialismo del siglo XXI”.


Esto puso de nuevo la cuestión del socialismo en la agenda política, por primera vez desde la caída del muro de Berlín, y tuvo, por lo tanto, un carácter positivo.

Sin embargo, una cosa es hablar de socialismo y otra es entender cuáles son los programas y métodos necesarios para alcanzarlo. Los marxistas también tienen la responsabilidad de señalar y discutir las debilidades, deficiencias y peligros que se presentan en cualquier movimiento y que pueden actuar como un obstáculo para derrotar al capitalismo. Es necesario ayudar a los trabajadores y a los socialistas a buscar el camino correcto para avanzar en la lucha y llevar a cabo una revolución socialista. De esta manera, se puede construir un verdadero socialismo con un sistema de auténtica democracia de los trabajadores a través de las experiencias históricas del movimiento obrero internacional. Nosotros también invitamos a los trabajadores venezolanos para que nos muestren sus comentarios y críticas sobre las luchas obreras en otros países.

El CIT ha celebrado los pasos positivos que se han dado en Venezuela. Pero también hemos advertido de los peligros venidos de la contrarrevolución y reacción que está enfrentando el movimiento debido a las deficiencias de programa, método y organización de la clase obrera. A diferencia de otros en la izquierda, hemos evitado caer en la trampa del oportunismo – y actuar como “cheerleaders” y consejeros de Chávez – o, por el contrario, de atacar a Chávez de una manera personal y sectaria.

La amenaza de la contrarrevolución permanece porque el capitalismo, desafortunadamente, no ha sido derrotado y reemplazado por una organización socialista y democrática de la producción, basada en el establecimiento de una democracia de los trabajadores y campesinos. Ahora, una nueva y crítica fase se ha abierto en Venezuela que presenta nuevos peligros en la lucha por el socialismo.

El no haber derrotado el capitalismo, está dando lugar a una serie de ataques contra los programas de reforma y contra la clase obrera. La nueva élite acaudalada, que se ha creado sobre las espaldas del movimiento y un aparato burocrático siempre en crecimiento y plagado de corrupción, está cada vez más cercana a un enfrentamiento contra la clase obrera y contra la lucha por la revolución. Usando una “retórica socialista”, la burocracia y esta nueva élite emergente están adoptando, cada vez más, medidas de represión contra la clase obrera y contra aquellos que se enfrentan o que critican el régimen.

El CIT ha comentado en muchas ocasiones que una de las debilidades más graves de la situación en Venezuela es la falta de una organización consciente e independiente de la clase obrera, que sea capaz de ponerse a sí misma a la cabeza de la lucha por una revolución socialista. El movimiento bolivariano se ha organizado de arriba abajo, sin un control consciente por parte de la clase obrera. Como resultado, métodos burocráticos, administrativos y ahora, desafortunadamente, cada vez más represivos son utilizados contra la clase trabajadora o contra aquellos que cuestionan o desafían el régimen desde la izquierda.

Estos dos elementos – el predominio del capitalismo y los métodos burocráticos represivos – se han fortalecido recientemente. El proceso revolucionario que se desarrolló especialmente después de la intentona golpista y del bloqueo de 2002-2003 se han detenido ante esta coyuntura. Si un proceso revolucionario no avanza y se desarrolla, puede finalmente empezar a corroerse e incluso pudrirse.

Desafortunadamente, esta amenaza está empezando a crecer en Venezuela. Como consecuencia, el apoyo a Chávez está siendo minado. Incluso la idea de socialismo está empezando a desacreditarse en parte de la sociedad debido a la incapacidad de llevar la revolución hacia adelante. Éste es un cambio cualitativo que alienta la amenaza de una contrarrevolución. Una contrarrevolución, sin embargo, que en parte está siendo conducida desde dentro del proprio movimiento chavista.
 

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