miércoles, 15 de febrero de 2012

La adaptación al capitalismo. Rosa Luxemburgo: ¿Reforma o revolución?


Rosa Luxemburgo: Reforma o revolución

Introducción

  X Sector de Trabajadores de LOC (Oax)

Este texto lo pongo a disposición porque me llamó mucho la atención la parte donde habla de los pequeños y medianos empresarios, que durante la era del tragicómico Vicente Fox, la economía política oficial del Estado hacia las capas empobrecidas de la población ofrecía (y todavía ofrece el gobierno del pinche pelón de lentes) la hoja de parra de los micro changarros como válvula de escape a la crisis capitalista que ya se sentía de por sí (nuestro eterno y oficial empobrecimiento).

Esto mientras algún anciano conocido maoísta me explicaba cuando yo tenía apenas 17 años que el capitalismo en nuestro país (según los estudios de sus cuates) retrocedía hacia la era feudal de los artesanos y pequeños productores, observando desde sus estudios y desde la simple observación cotidiana, el creciente aumento de tiendas de abarrotes, franquicias (COMEX, VIPS, SAMBORNS), pero sobre todo de pequeños negocios dedicados a la reventa de mercancías producidas en China, Estados Unidos y Japón.

Dos años más tarde en las asambleas universitarias donde los estudiantes de la UAM-I debatían con las autoridades sobre los planes de estudio en Ciencias Sociales y Humanidades (CSH), recuerdo claramente y había VAGADO en mi mente durante estos últimos 8 años la siguiente idea que aún es afirmada y negada dialécticamente por la realidad de nuestro país: “México es un país abarrotero”  (“también exportamos paisanos” recalca don Andrés Contreras en sus canciones).

Preguntaba este hombre de sesenta y tantos años el año 2004: “¿Entonces qué nuevas licenciaturas aportará el IPN si los chavos cuando salen a la calle se encuentran con la cruda realidad de que no hay trabajo de lo que estudiaron?, por ejemplo: Los que estudiaron ingeniería en automatización, ¿en donde van a conseguir trabajo?, la industria de nuestro país se encuentra en retroceso y operando con tecnología de los años setentas, incluso esta va en decadencia con la firma de los Tratados de Libre Comercio (TLC´s, es decir de competencia entre gigantes y pequeños productores, entre la superindustria y el sub o infra desarrollo)”… ante esto, él recalcaba: ¿Entonces qué carreras vamos a ofrecerles?, ¿licenciado en tacos?, aclarando su respeto por todos los oficios con los que millones de mexicanos luchamos por sobrevivir cada día.

El presente documento apunta:

“Es completamente falso creer que la historia de la mediana empresa capitalista es una línea recta hacia su gradual desaparición. Por el contrario, el curso real de su desarrollo es puramente dialéctico y se mueve constantemente entre contradicciones. Las capas medias capitalistas, al igual que la clase obrera, se encuentran bajo la influencia de dos tendencias opuestas, una que tiende a elevarla y otra que tiende a hundirla.

La tendencia descendente es el continuo aumento en la escala de la producción, que periódicamente supera las dimensiones de los capitales medios, expulsándolos repetidamente de la arena de la competencia mundial.”

Esto para que lo escuchen bien los hoteleros de Oaxaca y la estúpida, ignorante, enana y racista “burguesía”, pequeña burguesía y caciques de Oaxaca.

Lo siento y doy todo mi apoyo a los artesanos que se dedican a producir maravillosos e irrepetibles productos originarios de inigualable belleza y complejidad.

“La tendencia ascendente es la desvalorización periódica de los capitales existentes, que durante cierto tiempo rebaja la escala de la producción, en proporción al valor de la cantidad mínima de capital necesaria, y además paraliza temporalmente la penetración de la producción capitalista en nuevas esferas.

No hay que imaginarse la lucha entre la mediana empresa y el gran capital como una batalla periódica en la que la parte más débil ve mermar directamente el número de sus tropas cada vez más, sino, más bien, como una siega periódica de pequeñas empresas, que vuelven a surgir con rapidez solamente para ser segadas de nuevo por la guadaña de la gran industria. Ambas tendencias juegan a la pelota con las capas medias capitalistas, pero al final acaba por triunfar la tendencia descendente, a diferencia de lo que ocurre con el proletariado.”

Actualmente, el Proyecto Mesoamérica, es decir, los planes del imperialismo – gabinismo, pretende convertir en proletarios (dueños de nada, excepto de su propia miseria y fuerza de trabajo) a los pueblos originarios de Oaxaca, desarraigándolos y despojándolos del legítimo y ancestral derecho comunal del territorio con todos sus recursos naturales, esto es lo que muchos comunistas y anarquistas hemos mencionado como la continuación del proceso de expansión imperialista (especialmente desde la creación de la Coordinadora vs la Represión y la Impunidad de la APPO en septiembre de 2010), a lo que muchos anarquistas han llamado la continuación del proceso de colonización, a lo que llamamos muchos la segunda conquista (primero por los españoles y ahora los estadounidenses, canadienses, los españoles de IBERDROLA, y los que buscan productos minerales en Teojomulco y buena parte de la Sierra Sur, no recuerdo si es uranio o plutonio)… a todos estos se les conoce como capitalistas y a mi parecer el término más adecuado es la continuación de la expansión imperialista con todas sus implicaciones y explicaciones: despojo, muerte, destrucción de ecosistemas vitales para la sobrevivencia de nuestro planeta, militarismo, paramilitarismo, contrainsurgencia, guerras religiosas, inyección de dinero y armas en los pueblos a través de partidos electorales para dividir a las comunidades para que se maten y dejar el camino libre al imperialismo… a los grandes empresarios nacionales y transnacionales.

El documento de Rosa Luxemburgo explica lo inepto que es afirmar que en las ciudades se restablecerá el dominio de la mediana empresa suplantando a la gran industria, pues la mediana empresa tiende a convertirse en la industria pesada, se expande, chupa la sangre de los trabajadores del campo que van a la ciudad, a los de la ciudad los convierte en apéndice de la máquina, más bien a todos para el disfrute de un solo patrón o un comité de privilegiados, como decía antes, porque así nos educaron en la escuela, para ser empleados, pero no para ser dueños de nuestra fuente de trabajo, por ello es importante el trabajo de las cooperativas, el control obrero, fábrica cerrada: fábrica ocupada, si no tiénes trabajo: unámonos en trabajo libremente asociado desde hoy.

Nuestro abarrotero país no tiene futuro desde el capitalismo, el único camino es la autodeterminación de las clases oprimidas, de los pueblos oprimidos para identificar a los enemigos y trabajar sin TLC´s, sin trabas, producir nuestra propia comida, nuestra propia carne, nuestra propia ropa (eso se ha perdido en las ciudades) originaria que es más original que cualquier marca registrada que ya hasta aburre y nos hace sentir como producidos en serie: vestidos iguales, formados en las largas filas del transporte público que cada día está más pinche caro (por los acuerdos que han tomado los poderosos que si se previenen contra una revolución iniciando la era del narcoterrorismo contrainsurgente, plan Mérida, plan Colombia, lucha vs el narco y en sus congresos mundiales a puerta cerrada de magnates decidiendo el futuro de todo el mundo acordando subir el precio del petróleo cada cierto tiempo para que este sea más lucrativo, darle salida a su no menos lucrativa industria de guerra y sobre todo por precisión explícita: para que los jodidos no tengamos dinero para movernos de un lado a otro, para que no tengamos tiempo ni dinero para organizarnos… aunque ellos apuntan específicamente a los activistas más decididos y más jodidos económicamente que se tratan de mover de un estado a otro, ya no decir de un país a otro para organizar la lucha, los ricos quieren la exclusividad de la política como su propiedad privada. Pero a los pendejos se les olvida que vivimos en barrios, comunidades, ejidos y ahí es la unidad fundamental de la lucha.

No quiero dejar de señalar cómo Rosa Luxemburgo responde con mucha anticipación a esos teóricos burgueses que hasta el día de hoy creyendo que sus teorías son innovadoras, nos quieren engañar y se engañan a ellos mismos diciendo que contratando más créditos amortiguaremos la crisis, eso es mentira, en México y en todo el mundo, el sistema crediticio es el sistema de la moderna usura, es lo que ha colapsado intencionalmente a la economía mundial para que los grandes capitalistas absorban las empresas quebradas de los capitalistas más chicos y a la vez generar más deuda para el 99% de la humanidad. En el sistema capitalista: la evolución moderna de los sistemas de explotación también llamado moderno esclavismo, debemos señalar un aspecto de vital relevancia: que en la antigüedad esclavista, el esclavo tenía derecho a casa y comida segura, mientras que en la modernidad el obrero tiene el “derecho” y la “libertad” de morirse de hambre.

* Doy gracias a Rosa Luxemburgo, Ricardo Flores Magón, Carlos Marx, a lucha de las y los compañeros de San Juan Copala, la Supervía Poninente, etcétera por clarificarme esto desde su práctica, a los teóricos desde su campo de acción, a las luchas porque la realidad misma se nos impone, los “acuerdos de paz”  con los asesinos, que el gobierno del asesino gachupin de Gabino Cué quiso usar para envolver a los triquis autónomos y su carácter tramposo demuestran lo dicho por el che en sus discursos ante las Naciones Unidas… “en el imperialismo no se puede confiar ni tantito así”.

También agradezco al compa de Tláhuac que me mencionaba en una charla refiriéndose a su participación en el Congreso Nacional Indígena de Vícam: “En este país el Estado de Derecho no existe, constantemente se violan impunemente los derechos humanos, las leyes solamente se las creen los pendejos y los abogados.”

Finalmente cito al compañero Andrés Contreras, que dice que para ser libres, primero hay que aprender a faltarle al respeto al enemigo, así que no se vayan a ofender por mi lenguaje coloquial en esta breve queja-introducción.

* Recomiendo visitar el Centro de Capacitacion para Trabajadores de La Otra Campaña para profundizar en aspectos prácticos y teóricos en la lucha contra el sistema capitalista, desde la socialización de conocimientos teóricos y prácticos, hasta la formación política colectiva que nos ayude a comprender y combatir la actual crisis del sistema.

Capacitación y Formación Política de l@s Trabajador@s de La Otra Campaña

Centro Autónomo de Capacitación y Formación Política de l@s Trabajador@s de La Otra Campaña
Búscanos en el local del Sindicato Nacional de Trabajadores de Uniroyal, calle Lago Plava #95, Colonia Ignacio Manuel Altamirano, Antigua Huichapan, cerca del metro Panteones. Para Más información escríbenos a: laotraobrera@gmail.com, agnmex@yahoo.com.mx y aaoc2010@gmail.com o si prefieres marca al teléfono 53-99-63-73
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Agradezco a todos los compañeros y las compañeras que he encontrado en este caminar por las causas justas, de todas y todos he aprendido algo. “Aquí el miedo no nos sirve para nada” me decía una compañera de Copala.

…Viene a mi mente e impacta con vital claridad la consigna muchas veces entonada en los movimientos de abajo y a la izquierda:

¡LA CRISIS DEL SISTEMA, NO TIENE SOLUCIÓN. LA ÚNICA SALIDA, ES LA REVOLUCIÓN!










2. La adaptación del capitalismo




Según Bernstein, los medios más importantes que posibilitan la adaptación de la economía capitalista son el crédito, los avanzados medios de transporte y comunicación y los cárteles empresariales.

El crédito cumple diversas funciones en la economía capitalista, siendo las más importantes la expansión de la producción y la facilitación del intercambio. Cuando la tendencia inherente a la producción capitalista a expandirse ilimitadamente choca con los límites de la propiedad privada o con las restringidas dimensiones del capital privado, el crédito aparece como el medio de superar, de modo capitalista, esos obstáculos. El crédito fusiona en uno solo muchos capitales privados (sociedades por acciones) y permite que cualquier capitalista disponga del capital de otros (crédito industrial). Como crédito comercial, acelera el intercambio de mercancías, es decir, el retorno del capital a la producción, ayudando así a todo el ciclo del proceso productivo. Es fácil comprender la influencia que estas dos funciones principales del crédito tienen sobre la formación de las crisis. Si bien es verdad que las crisis surgen de la contradicción entre la capacidad de expansión --la tendencia al aumento de la producción-- y la limitada capacidad de consumo, el crédito es precisamente, a la vista de lo dicho más arriba, el medio de conseguir que esa contradicción estalle con la mayor frecuencia posible. Para empezar, incrementa desproporcionadamente la capacidad de expansión, convirtiéndose así en el motor interno que constantemente empuja a la producción a rebasar los límites del mercado. Pero el crédito es un arma de dos filos: primero, como factor del proceso productivo, origina la sobreproducción, y después, como factor del intercambio de mercancías, destruye durante las crisis las fuerzas productivas que él mismo creó. A las primeras señales de estancamiento, el crédito se contrae y abandona el intercambio precisamente cuando a éste más indispensable le sería; y allí donde todavía subsiste, resulta inútil e ineficaz. Y reduce al mínimo la capacidad de consumo del mercado.

Además de estos dos resultados principales, el crédito también influye de otras maneras en la formación de las crisis: constituye el medio técnico para hacer accesible a un capitalista los capitales ajenos y es un acicate para el empleo audaz y sin escrúpulos de la propiedad ajena, es decir, para la especulación. Como medio alevoso de intercambio mercantil, el crédito no sólo agrava las crisis, también facilita su aparición y expansión, al transformar todo el intercambio en un mecanismo extremadamente complejo y artificial que es fácilmente perturbado a la menor ocasión, dada la escasa cantidad de dinero en metálico sobre la que se sustenta.

Por tanto, lejos de ser un instrumento de eliminación o atenuación de las crisis, es un factor especialmente poderoso para la formación de las mismas. Y no puede ser de otro modo si pensamos que la función del crédito, en términos generales, es eliminar las rigideces de las relaciones capitalistas e imponer por doquier la mayor elasticidad posible, a fin de hacer a todas las fuerzas capitalistas lo más flexibles, relativas y mutuamente sensibles que se pueda. Con esto, el crédito facilita y agrava las crisis, que no son otra cosa que el choque periódico de las fuerzas contradictorias de la economía capitalista.
Esto nos lleva a otra cuestión: ¿Cómo es posible que el crédito aparezca, en general, como un "medio de adaptación" del capitalismo? Al margen de cómo se conciba, dicha "adaptación" únicamente puede consistir en la capacidad para eliminar cualquiera de las relaciones contrapuestas de la economía capitalista, es decir, para eliminar o debilitar alguna de sus contradicciones, proporcionando así campo libre, en un momento u otro, a las otrora fuerzas reprimidas. De hecho, es el crédito precisamente el que agudiza al máximo las contradicciones de la economía capitalista actual. Agudiza la contradicción entre el modo de producción y el modo de distribución, dado que intensifica al máximo la producción, pero paraliza el intercambio al menor pretexto. Agudiza la contradicción entre el modo de producción y el modo de apropiación, dado que separa la producción de la propiedad, es decir, convierte el capital que interviene en la producción en capital "social", pero al mismo tiempo transforma una parte del beneficio en un simple título de propiedad, bajo la forma de interés del capital. Agudiza la contradicción entre las relaciones de propiedad y las relaciones de producción, dado que expropia a muchos pequeños capitalistas y concentra en muy pocas manos una cantidad enorme de fuerzas productivas. Y finalmente, agudiza la contradicción entre el carácter social de la producción y la propiedad privada capitalista, en la medida en que hace necesaria la intervención del Estado en la producción.

En una palabra, el crédito reproduce las contradicciones fundamentales del capitalismo, las lleva al paroxismo y acelera su desarrollo, empujando así al mundo capitalista a su propia destrucción. La primera medida de adaptación del capitalismo, en relación con el crédito, tendría que ser, por tanto, su abolición, hacerlo desaparecer. De hecho, el crédito no es un medio de adaptación, sino un medio de aniquilación, de la mayor trascendencia revolucionaria. Este carácter del crédito ha inspirado, incluso, planes de reformas "socialistas", de algunos de cuyos defensores, como Isaac Péreire en Francia, dijo Marx que eran "mitad profetas, mitad sinvergüenzas".6

Igual de insuficiente resulta ser, si se lo examina bien, el segundo "medio de adaptación" de la producción capitalista, las alianzas empresariales, que según Bernstein conseguirán contener la anarquía y evitar las crisis mediante la regulación de la producción. Todavía no se han estudiado detenidamente las múltiples consecuencias del desarrollo de los cárteles y de los trusts, pero anuncia un problema que sólo se puede solucionar con la ayuda de la teoría marxista. Pero una cosa sí es cierta: cabría hablar de contención de la anarquía capitalista por medio de las alianzas empresariales si los cárteles, trusts, etc., se inclinasen hacia una forma general y socializada de producción, posibilidad que está excluida debido a la naturaleza de los mismos.

El objetivo económico real y el resultado de las alianzas empresariales es eliminar la competencia dentro de una determinada rama de la producción, puesto que dicha eliminación influye en la distribución de los beneficios obtenidos en el mercado, haciendo que aumente la porción correspondiente a esa rama. La alianza sólo puede elevar los porcentajes de beneficios dentro de una rama industrial a costa de las otras, por lo cual ese aumento no puede ser general. La extensión de las alianzas a todas las ramas importantes de la producción hace desaparecer su influencia.

Además, dentro de los límites de su aplicación práctica, las alianzas empresariales tienen un efecto contrario al de la eliminación de la anarquía industrial. En el mercado interior, suelen obtener un incremento de su tasa de beneficio, al hacer producir para el extranjero, con una tasa de beneficio mucho más baja, las cantidades suplementarias de capital que no pueden emplear para las necesidades internas, o sea, vendiendo las mercancías en el extranjero mucho más baratas que en el mercado doméstico. El resultado es la agudización de la competencia en el extranjero, el aumento de la anarquía en el mercado mundial, es decir, precisamente lo contrario de lo que se pretendía conseguir. Un ejemplo ilustrativo es la historia de la industria mundial del azúcar.

En general, consideradas como manifestaciones del modo de producción capitalista, las alianzas empresariales deben ser vistas como una fase del desarrollo capitalista. No son, en esencia, más que un medio del modo de producción capitalista para contener la fatal caída de la tasa de beneficios en ciertas ramas. ¿De qué método se valen los cárteles para alcanzar este fin?

Del método de no utilizar una parte del capital acumulado, es decir, el mismo método que, bajo otra forma, se aplica en las crisis. Sin embargo, el remedio y la enfermedad se parecen como dos gotas de agua. De hecho, el primero sólo puede considerarse el mal menor hasta cierto punto. Cuando los mercados comiencen a contraerse y el mercado mundial haya alcanzado sus límites y esté agotado, producto de la competencia entre los países capitalistas --momento que tarde o temprano se alcanzará--, la parte improductiva del capital comienza a adquirir tales proporciones que el remedio se transforma en enfermedad y el capital, ya muy "socializado" a través de las alianzas, tenderá a convertirse de nuevo en capital privado. Al aumentar las dificultades para encontrar mercados, cada porción individual de capital acaba prefiriendo probar suerte por libre. Las alianzas estallan entonces como pompas de jabón, dando paso a una libre competencia más aguda.*1
En general puede decirse que las alianzas empresariales, al igual que el crédito, son fases determinadas del desarrollo capitalista, que en última instancia sólo aumentan la anarquía del mundo capitalista y manifiestan y hacen madurar sus contradicciones internas. Al intensificar la lucha entre productores y consumidores, como podemos observar especialmente en Estados Unidos, los cárteles agudizan la contradicción entre el modo de producción y el modo de distribución. Agudizan asimismo la contradicción entre el modo de producción y el modo de apropiación, por cuanto enfrentan de la forma más brutal al proletariado con la omnipotencia del capital organizado y, de esta manera, agudizan la contradicción entre capital y trabajo. Agudizan, por último, la contradicción entre el carácter internacional de la economía mundial capitalista y el carácter nacional del Estado capitalista, dado que siempre van acompañados por una guerra arancelaria general, lo que agrava las diferencias entre los diversos países capitalistas. A todo esto hay que añadir el efecto directo y altamente revolucionario de los cárteles sobre la concentración de la producción, el progreso técnico, etc.

Por tanto, desde el punto de vista de sus efectos finales sobre la economía capitalista, los cárteles y los trusts no sirven como "medios de adaptación". Al contrario, aumentan la anarquía de la producción, estimulan contradicciones y aceleran la llegada de un declive general del capitalismo.

Ahora bien, si el crédito, los cárteles y demás no consiguen eliminar la anarquía de la economía capitalista, ¿por qué durante dos decenios, desde 1873, no hemos tenido ninguna gran crisis comercial? ¿No es ésta una señal de que, en contra del análisis de Marx, el modo de producción capitalista ha logrado "adaptarse", al menos en sus líneas generales, a las necesidades de la sociedad?

[En nuestra opinión, la actual bonanza en el mercado mundial tiene otra explicación. En general se cree que las grandes crisis comerciales globales ocurridas hasta ahora son las crisis seniles del capitalismo esquematizadas por Marx en su análisis. La periodicidad más o menos decenal del ciclo de producción parecía ser la mejor confirmación de este esquema. Esta concepción, sin embargo, descansa sobre lo que, a nuestro juicio, es un malentendido. Si se hace un análisis más exhaustivo de las causas que han provocado las grandes crisis internacionales acontecidas hasta el momento, se podrá advertir que, en conjunto, no son la expresión del envejecimiento de la economía capitalista, sino todo lo contrario, son el producto de su crecimiento infantil. Un repaso breve de su evolución basta para demostrar desde un principio que en los años 1825, 1836, 1847, el capitalismo no pudo producir aquellos periódicos e inevitables choques de las fuerzas productivas con los límites del mercado a causa de su madurez, como se desprende del esquema marxista, puesto que por aquel entonces el capitalismo se hallaba en pañales en la mayoría de los países.]*2

En efecto, la crisis de 1825 fue el resultado de las enormes inversiones de capital para construir carreteras, canales y plantas de gas durante la década precedente, especialmente en Inglaterra, donde la crisis estalló. La crisis siguiente de 1836-39 también fue el resultado de las gigantescas inversiones en nuevos medios de transporte. La crisis de 1847 se produjo por la febril construcción de ferrocarriles en Inglaterra --en sólo tres años (1844-47), el Parlamento otorgó concesiones por valor de ¡1.500 millones de táleros7!--. En estos tres casos, la crisis sobrevino tras el establecimiento de nuevos cimientos para el desarrollo capitalista. En 1857, la causa fue la apertura de nuevos mercados para la industria europea en América y Australia a consecuencia del descubrimiento de las minas de oro y la amplia expansión del ferrocarril, siguiendo las huellas de Inglaterra, especialmente en Francia, donde de 1852 a 1856 se construyeron líneas férreas por valor de 1.250 millones de francos. Finalmente, como es sabido, la gran crisis de 1873 fue la consecuencia directa del enorme auge de la gran industria en Alemania y Austria, que siguió a los acontecimientos políticos de 1866 y 1871.8

Por tanto, en todos los casos, el motivo de la crisis comercial fue la repentina expansión de la economía capitalista, y no su contracción. El hecho de que aquellas crisis internacionales se repitieran cada diez años fue meramente externo y casual. El esquema marxista de la formación de las crisis, tal como lo exponen Engels en el Anti-Dühring y Marx en los tomos I y III de El capital, es válido para todas las crisis sólo en la medida que pone al descubierto su mecanismo interno y sus causas generales de fondo.

[En conjunto, el esquema marxista se adapta mejor a una economía capitalista plenamente desarrollada, en la que se presupone la existencia de un mercado mundial. Solamente en este caso las crisis pueden originarse de un modo mecánico en el movimiento interno propio de los procesos de producción y distribución, como se desprende del análisis marxista, y sin necesidad de que una conmoción repentina en las relaciones de producción y de mercado actúe como estímulo. Si analizamos la situación actual de la economía, tendremos que reconocer que todavía no hemos llegado a la etapa de la madurez completa del capitalismo que se presupone en el esquema marxista de la periodicidad de las crisis. El mercado mundial aún se está creando: Alemania y Austria sólo entraron en la fase de la auténtica gran producción industrial a partir de 1870, Rusia ha ingresado a partir de 1880, Francia continúa siendo en gran parte un país de producción artesanal, los países balcánicos aún no han roto en gran medida las cadenas de la economía natural y América, Australia y África tan sólo a partir de 1880 han entrado en un régimen de intercambio comercial vivo y regular con Europa. Si bien es cierto, por un lado, que ya hemos superado las crisis, por así decirlo, juveniles producidas hasta 1870 a consecuencia del desarrollo brusco y repentino de nuevas ramas de la economía capitalista, también lo es que, por otro lado, aún no hemos alcanzado el grado de formación y agotamiento del mercado mundial que puede producir un choque fatal y periódico de las fuerzas productivas contra los límites del mercado, es decir, que puede producir las verdaderas crisis seniles del capitalismo. Nos encontramos en una fase en que las crisis ya no son el producto del ascenso del capitalismo, pero todavía tampoco son el producto de su decadencia.

Este período de transición se caracteriza por el ritmo débil y lento de la vida económica desde hace casi veinte años, en el que cortos períodos de crecimiento se alternan con largos períodos de depresión.

[Pero de los mismos fenómenos que han ocasionado la ausencia temporal de crisis se deriva que nos acercamos inevitablemente al comienzo del final, al período de las crisis últimas del capitalismo. Una vez que el mercado mundial haya alcanzado, en líneas generales, un alto grado de desarrollo y que ya no pueda crecer por medio de ningún aumento brusco, al tiempo que crece sin parar la productividad del trabajo, se inicia un conflicto más o menos largo entre las fuerzas productivas y las barreras del intercambio, que, al repetirse, será cada vez más violento y tormentoso. Y si algo resulta especialmente adecuado para acercarnos a ese período, para establecer con rapidez el mercado mundial y agotarlo también con igual rapidez, ello es precisamente esos mismos fenómenos, el crédito y los cárteles, sobre los que Bernstein construye su teoría de los "medios de adaptación" del capitalismo.]*3

La creencia de que la producción capitalista pueda "adaptarse" a la distribución presupone una de estas dos cosas: o el mercado mundial puede crecer infinita e ilimitadamente o, por el contrario, las fuerzas productivas ven tan frenado su desarrollo, que no pueden superar los límites del mercado. La primera opción es materialmente imposible y la segunda se enfrenta al hecho de que los constantes avances técnicos crean a diario nuevas fuerzas productivas en todas las ramas de la producción.

Todavía hay un fenómeno que, según Bernstein, contradice la evolución del capitalismo como se ha expuesto: la "resuelta infantería" de las medianas empresas. En ellas ve Bernstein un signo de que el desarrollo de la gran industria no actúa de un modo tan revolucionario y no concentra tanto la industria como se derivaría de la teoría del hundimiento. Bernstein es aquí, de nuevo, víctima de su propia falta de comprensión. Porque es entender muy erróneamente el proceso de desarrollo de la gran industria esperar del mismo que vaya a hacer desaparecer la mediana empresa.

De acuerdo con Marx, la misión de los pequeños capitales en la marcha general del desarrollo capitalista es ser los pioneros del avance técnico, y ello en dos sentidos: introduciendo nuevos métodos de producción en ramas ya arraigadas de la producción y creando ramas nuevas todavía no explotadas por los grandes capitales. Es completamente falso creer que la historia de la mediana empresa capitalista es una línea recta hacia su gradual desaparición. Por el contrario, el curso real de su desarrollo es puramente dialéctico y se mueve constantemente entre contradicciones. Las capas medias capitalistas, al igual que la clase obrera, se encuentran bajo la influencia de dos tendencias opuestas, una que tiende a elevarla y otra que tiende a hundirla. La tendencia descendente es el continuo aumento en la escala de la producción, que periódicamente supera las dimensiones de los capitales medios, expulsándolos repetidamente de la arena de la competencia mundial. La tendencia ascendente es la desvalorización periódica de los capitales existentes, que durante cierto tiempo rebaja la escala de la producción, en proporción al valor de la cantidad mínima de capital necesaria, y además paraliza temporalmente la penetración de la producción capitalista en nuevas esferas. No hay que imaginarse la lucha entre la mediana empresa y el gran capital como una batalla periódica en la que la parte más débil ve mermar directamente el número de sus tropas cada vez más, sino, más bien, como una siega periódica de pequeñas empresas, que vuelven a surgir con rapidez solamente para ser segadas de nuevo por la guadaña de la gran industria. Ambas tendencias juegan a la pelota con las capas medias capitalistas, pero al final acaba por triunfar la tendencia descendente, a diferencia de lo que ocurre con el proletariado.

Sin embargo, este triunfo no se manifiesta necesariamente en una disminución del número absoluto de medianas empresas, sino en el progresivo aumento del capital mínimo necesario para la subsistencia de las empresas en las ramas viejas de la producción y en la constante reducción del lapso de tiempo durante el que los pequeños capitalistas se benefician de la explotación de las ramas nuevas. De todo esto se deriva, para el pequeño capitalista individual, un cada vez más corto plazo de permanencia en las nuevas industrias y un cada vez más rápido ritmo de cambio en los métodos de producción y en la naturaleza de las inversiones; y para las capas medias en su conjunto, un proceso cada vez más rápido de cambio en la posición social.

Esto último lo sabe muy bien Bernstein y procede a comentarlo. Pero lo que parece olvidar es que en eso consiste la ley misma del movimiento de la mediana empresa capitalista. Si se admite que los pequeños capitales son los pioneros del progreso técnico y si es verdad que éste es el pulso vital de la economía capitalista, entonces resulta que los pequeños capitales son parte integral del desarrollo capitalista y que únicamente podrán desaparecer cuando dicho desarrollo desaparezca. La desaparición gradual de la mediana empresa --en el sentido absoluto de la estadística matemática, que es de lo que habla Bernstein-- no significaría el avance revolucionario del desarrollo capitalista, como Bernstein cree, sino su ralentización y estancamiento: "La tasa de beneficio, es decir, el crecimiento relativo de capital, es importante ante todo para los nuevos inversores de capital, que se agrupan por su cuenta. En cuanto la formación de capital recayera exclusivamente en manos de algunos grandes capitales (...) el fuego vivificador de la producción acabaría apagándose, se consumiría".9

[Los medios de adaptación bernsteinianos resultan, pues, ineficaces, y los fenómenos que él considera como síntomas de la "adaptación" se han de atribuir a causas completamente distintas.]*4



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6. Referencia a la frase final del capítulo 27 de la sección 5ª del tomo III de El capital, donde Marx califica de “carácter agradable de sinvergüenza y profeta” al banquero francés Isaac Péreire (1806-80), seguidor del socialista utópico Saint-Simon.
*1 En la segunda edición, la autora añadió el siguiente párrafo: “En una nota a pie de página en el libro tercero de El capital, Engels escribió en 1894: ‘Desde que se escribió lo que antecede (1865) se ha intensificado considerablemente la competencia en el mercado mundial, a través del rápido desarrollo de la industria en todos los países civilizados, especialmente en América y Alemania. El hecho de que las fuerzas productivas modernas, en su crecimiento rápido y gigantesco, superen cada día más las leyes del intercambio capitalista de mercancías, en cuyo contexto debieran actuar, se va haciendo cada vez más claro en las conciencias de los capitalistas. Esto se demuestra por dos síntomas. En primer lugar, por la nueva manía proteccionista generalizada, que se diferencia de los antiguos aranceles proteccionistas en el hecho de que cubre fundamentalmente a los productos exportables. En segundo lugar, por la formación de cárteles de fabricantes en grandes esferas de la producción, con el fin de regular ésta y, con ella, los precios y los beneficios. Es manifiesto que estos experimentos sólo son posibles en un clima económico favorable; la primera tormenta los tira por la borda, demostrando así que si la producción necesita regulación, no será la clase capitalista la llamada a ponerla en práctica. Por lo demás, estos cárteles tienen como única misión procurar que los grandes devoren a los pequeños más rápidamente que antes”.
*2 En lugar del párrafo entre corchetes, la segunda edición recoge lo siguiente: “La respuesta vino pisándole los talones a la pregunta. Apenas se había deshecho Bernstein, en 1898, de la teoría marxista de las crisis, cuando en 1900 estalló una fuerte crisis general, y siete años después, en 1907, una nueva crisis originada en Estados Unidos afectó al mercado mundial. Los hechos incontrovertibles destruían la teoría de la ‘adaptación’ del capitalismo. Al mismo tiempo podía comprobarse que quienes abandonaban la teoría marxista de las crisis sólo porque había fracasado en el cumplimiento de dos de sus ‘plazos’ confundían el núcleo de la teoría con una pequeñez externa y no esencial de su forma, con el ciclo decenal. La formulación del ciclo de la industria capitalista moderna como un período decenal, sin embargo, era una simple constatación de los hechos por Marx y Engels en 1860 y 1870, que además no descansaba en ninguna ley natural, sino en una serie de circunstancias históricas siempre concretas relacionadas con la extensión intermitente de la esfera de actuación del capitalismo juvenil”.
7. 15.000 millones de dólares.
8. Referencia a las dos victorias bélicas que permitieron la unidad alemana, sobre Austria en la guerra austro-prusiana (1866) y sobre Francia en la guerra franco-prusiana (1870-71), que conllevó la caída de Napoleón III y la proclamación del Segundo Imperio Alemán, con Bismarck como canciller.
*3 En lugar de los párrafos entre corchetes, la segunda edición reza: “Estas crisis pueden producirse cada 10 o cada 5 años o, alternativamente, cada 20 o cada 8 años. Lo que demuestra del modo más palmario la insuficiencia de la teoría de Bernstein es el hecho de que la crisis más reciente (1907-08) se ensañó especialmente con los países en que más desarrollados están los famosos ‘medios de adaptación’ capitalistas (el crédito, el servicio de transmisión de noticias, los trusts)”.
9. C. Marx, El capital, libro tercero. (N. de la A.)
*4 Omitido en la segunda edición.



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