“Queremos
también una nueva relación, de igualdad y respeto, entre el gobierno y los
pueblos indígenas. Ya no queremos que nos vean más como cosas, como objetos
—como dicen las leyes—, sino en calidad de sujetos, de personas, de pueblos
vivos que somos.
Para
nosotros las leyes o los convenios que firma el gobierno en tema de derechos
humanos o indígenas han sido letra muerta, pero las leyes comerciales, como el
Tratado de Libre Comercio con América del Norte, son las que se cumplen en
nuestro país.” David Valtierra, colaborador de Radio Ñomndaa
La autonomía se enfrenta con
la política del Estado, con los intereses de las empresas nacionales e
internacionales, con los procesos de militarización y paramilitarización, con
la estrategia de contrainsurgencia, y finalmente
con los programas gubernamentales que destruyen las capacidades organizativas
de los pueblos.
La construcción de la
autonomía es un proceso que implica la resistencia frente al Estado, frente a
la relación de control que éste quiere imponer a los pueblos. Si no hay
resistencia, no hay autonomía: no puede haber una autonomía que establezca
condiciones para aceptar mecanismos de control del Estado.
El ejercicio de la autonomía
implica una construcción permanente de la libertad y de espacios autónomos. Por
esto son centrales en la autonomía la defensa del territorio, la construcción
de alternativas en salud, en educación, en producción, en economía.
Tomás Borge: ‘Nos han robado
todo: la riqueza, los recursos, el territorio, el agua, las risas, hasta a
nuestras mujeres más hermosas’.
Ricardo Montejano del Valle
Para reflexionar sobre el papel que han tenido
y podrían tener los medios de comunicación propios de los pueblos en los
procesos de construcción de la autonomía, hay que partir de un principio: que
nos han robado todo. Parafraseando las palabras del dirigente nicaragüense
Tomás Borge: ‘Nos han robado todo: la riqueza, los recursos, el territorio, el
agua, las risas, hasta a nuestras mujeres más hermosas’. Los poderosos nos han
enajenado de casi todo. Entonces el proceso de descolonización, de recuperación
de lo que hemos perdido como pueblos, es algo muy difícil de lograr, pero que
no podemos dejar para después
María Sabina, sabia indígena
mazateca, quien nunca habló el español, decía: ‘Existen muchos pecados, pero el
principal de todos, el origen de todos los demás pecados es la ignorancia’. Un
pueblo ignorante es manipulado con facilidad.
Yo soy trabajador de Radio Educación; se
calcula que si es un buen horario en el que transmites, te están oyendo 300.000
personas; y con 30.000 personas el Zócalo de la Ciudad de México se puede
considerar lleno. Entonces es como si diez veces el Zócalo lleno te estuviera
escuchando. Esta es la potencia de un medio masivo de comunicación; por eso el poder
lo controla tanto: no lo pueden permitir
porque saben que van a perder todo si el pueblo despierta. La lucha por los
medios de comunicación, por las radios comunitarias, está en el centro de la
nueva vida que tenemos que construir.
El indigenismo es oficial y el Instituto
Nacional Indigenista fue creado para que los pueblos se “integraran” a la
nación, lo que se traduce en que dejen de ser indígenas. Oficialmente no hay
posibilidades de un desarrollo real, es un remedo macabro que intenta callar el
clamor de los pueblos ante tanta miseria y explotación. En el indigenismo no
hay el elemento propio, auténtico, nacido de la organización del pueblo. Sus
radios suenan diferente. Es una suplantación. El proceso de los pueblos es
otro: no es oficial, ni oficialista, ni oficioso. Es real, verdadero,
auténtico: tiene otro sabor.
Si ya están al aire les digo: no dejen de
transmitir, no salgan del aire como les impone la SCT, porque salir del aire
significa callar a todo un pueblo, callar su expresión, sus risas, sus
esperanzas, y todo lo que viene aparejado con una radio comunitaria. Porque
tener una radio quiere decir que un proceso muy profundo, muy grande, se está
desarrollando.
Con las
radios comunitarias se vive la experiencia de que lo que era prohibido ahora se
permite, porque aquella fruta que nunca probaste, ni siquiera imaginaste, ahora
la paladeas; porque lo que se susurraba, ahora se está comentando
tranquilamente; lo que se soñaba que algún día pudiera ser, ya está siendo.
En las radios comunitarias se empiezan a
escuchar los consejos de los abuelos ya difuntos, se empiezan a escuchar las
narraciones de los procesos de luchas que han tenido nuestros pueblos;
empezamos a aprender lo que sólo a veces, alrededor del fuego o en las cocinas
de las casas, nos contaban que había sido pero que no se debía andar
comentando, por lo peligroso que es el compromiso de defender nuestro pueblo,
nuestra tierra, nuestra dignidad. Pero cuando se hace a través de un medio de
comunicación que pertenece al pueblo, es un escándalo.
No hay nada más escandaloso que una radio
sonando en toda la región. Entonces al perderle el miedo a lo que estaba
prohibido, vemos que el enemigo no es tan poderoso, que en el fondo no tiene
nada,
que son
usurpadores, que lo que tienen es el monopolio de la violencia y que la
utilizan contra lo que se oponga a sus intereses.
Los de las radios comerciales no tienen nada
que decir: están vacíos de sus mentes, de sus corazones; están vacíos de
historia, no tienen nada que ofrecer, nada que compartir. Los dueños de las
radios comerciales son los que permiten o no permiten, son radios censuradas.
Nosotros tenemos mucho con las radios comunitarias en nuestras manos. Empezamos
a llenar de verdades los radiorreceptores de nuestros pueblos y comunidades.
Nuestros micrófonos, aunque sean baratitos y no suenen bien, son suficientes.
A lo mejor
nuestro español no es muy bueno, pero cuando los compañeros se ponen a hablar
en su lengua empieza otro pensar y otra manera de decir las cosas. Es una
transformación muy grande, un proceso que inicia y que no acaba, porque un
pueblo callado, por f in tiene voz.
En el extranjero hay una imagen muy difusa de
lo que somos los mexicanos: en esta imagen hay un nopal, y al pie del nopal
está un indio, y ese indio está tapado por un sarape, y la cara de ese indio
está tapada por un sombrero. Esta imagen del mexicano revienta en mil pedazos
cuando estamos hablando en una radio comunitaria. Es una imagen mal entendida
del mexicano.
Nosotros
guardamos, ocultamos lo que tenemos que ocultar, por seguridad, por el bien de
las familias, de nosotros, sabemos que no podemos enfrentar un enemigo tan
poderoso, tan asesino, que ha estado matando y matando por generaciones a los
comuneros, a los luchadores sociales. A lo tonto nos vamos a poner de a
pechito, y ocultamos muchas cosas, como pueblo.
Pero cuando empezamos a hablar con verdades, a
hablar la verdad, a hablar de nuestros sentimientos a través de un medio de
comunicación como puede ser una radiocomunitaria, empezamos a conocernos, a
descubrir nuestro rostro.
Por lo regular la sonrisa no se escucha en
lengua española, en los pueblos; cuando escuchamos mucha risa es cuando se está
hablando en lengua indígena. Entonces esta apropiación de un medio de
comunicación se acompaña de una gran alegría y de la claridad de que el enemigo
en el fondo no tiene nada. Los pueblos somos los que tenemos lo más importante:
la sinceridad, la valentía, los valores resguardados.
Las mamás han guardado las lenguas indígenas y
por esto existen hoy en México sesenta y dos lenguas indígenas: por las mamás,
por las abuelitas, porque si ellas no nos las hubieran enseñado las lenguas no
existirían, ya que los papás por lo general pref ieren enseñar el español, ya
que son los que conviven con el mundo de fuera de la comunidad. La importancia
femenina durante toda la historia, lo que las mujeres han aportado, es muy
grande. Por ellas se ha guardado la lengua indígena y nuestros valores. Esta
riqueza, esta risa, esta alegría por la vida, esta manera de vivir y convivir
con respeto, empiezan a recuperase.
Los pueblos indígenas con las radios
comunitarias tienen mucho y están logrando más. Por eso están perseguidos,
tachados de “piratas”; por eso asesinaron en abril de 2008 a dos locutoras de
la radio triqui, por eso callaron a la radio mixe Jenpoj de Tlahuitoltepec por
un tiempo, por eso a ratos está callada la radiodifusora de Villa Hidalgo
Yalalag: porque es mucho lo que estamos recuperando. Y no nos da miedo decirlo:
los pueblos indígenas están por delante, están haciendo punta, más que todos
los partidos.
En México y en toda América Latina lo más
avanzado, lo de mayor calidad, es el movimiento social de los pueblos
indígenas. ¿Quién es el enemigo principal de las transnacionales que impulsan
el maíz transgénico, ese maíz que no tiene corazón? Los campesinos indígenas
comuneros, y contra ellos se afanan las grandes empresas que tienen a sueldo
ejércitos de científ icos.
odos los
destrozos que provoca el capitalismo necesitan frenarse, contrarrestarse. Hoy
por hoy ese freno son los campesinos indígenas comuneros, tal vez analfabetos,
pero que con firmeza defienden hasta con su vida la dignidad y el territorio de
su pueblo.
Todos los valores que estamos recuperando a través
de una radio comunitaria, empezando por el respeto a lo que los diferentes
pueblos hemos heredado, es una afrenta para el poder. Entonces una radio puede
ser algo más poderoso que muchas balas, o que muchos mítines.
Autonomía y control de los
territorios. Ana Esther Ceceña
El capitalismo neoliberal, que es el escenario
en el cual se están ubicando estos procesos, tiende a la universalización de la
propiedad privada individual y la lleva hasta profundidades nunca antes
alcanzadas por el capitalismo, como las de la apropiación de los genes. La
propiedad privada penetra en nuestros cuerpos aun sin tocarlos, mediante la
apropiación de parte de nuestros mapas genéticos. Claramente, los seres humanos
son una porción de esa “naturaleza” que se pone al servicio del progreso de una
humanidad que es negada en sí misma en el mismo acto.
La sabiduría de los pueblos, que es mucho más
antigua que el capitalismo, se ha construido en colectivo y en interacción con
la naturaleza, que no es algo separado sino que constituye, junto con los seres
humanos, las montañas y los ríos, la comunidad. La comunidad es el espacio de
la socialidad y de la política; es el lugar de la intersubjetividad y del
conocimiento o interpretación del cosmos. Es el lugar donde se construye el
sujeto, que siempre es colectivo y también político. El sujeto es el límite
real de la objetivación y la apropiación. El sujeto-comunidad; el
sujeto-territorio.
Construir autonomía es sujetizarse; es
construir una territorialidad propia; es entender el territorio como la
conjunción de la tierra y el cosmos, de la historia y la cultura, de montañas y
valles, de vivos y muertos, de hombres y mujeres, de selvas y páramos, de todo
lo que hace y ha hecho posible la vida, un cierto tipo de vida, una vida con
historia. La pacha mama o la madre tierra no son un pedazo de
terreno, son una concepción del mundo, de la humanidad, del cosmos y una forma
de vida construida en un lugar determinado.
Pero el
territorio es en el capitalismo un elemento de disputa y de competencia; en la
competencia internacional, hoy, la apropiación de territorios es un elemento
fundamental.
Los
componentes esenciales del proceso de reproducción y las fuentes principales de
poder en el mundo actual son elementos que están f ijos en el territorio; en
ciertos territorios y no en otros; que no pueden ser simplemente movidos de
lugar para ser aprovechados; que sólo pueden ser apropiados apropiándose el
territorio: yacimientos de agua, de petróleo, de gas, de germoplasma, de
metales estratégicos como los principales. Son los bienes que mueven y definen
hoy el sistema y el juego de fuerzas interno, y que además apuntan hacia las
estrategias del futuro.
La lucha por los territorios es lo central en
esta fase que, paradójicamente, se caracteriza como del capitalismo f
inanciero. Es en ese terreno donde se decide la competencia, la hegemonía y la
misma perdurabilidad del sistema; es también ahí donde los límites a la
objetivación deben ser y están siendo colocados. Es en la disputa de
territorialidades, donde el sujeto autonómico propone formas de organización
social diferentes al capitalismo, que apuntan a la sustentabilidad del planeta
y no a su destrucción, una politicidad que recupera las relaciones
intersubjetivas frente a las sujeto-objeto propuestas por el capitalismo, es
ahí donde están tocándose las posibilidades de una bifurcación histórica.
Pero como los territorios son complejos, como
son espacio de cruce de historia, cultura, geografía y vida, son expresión y
resultado de los modos de entender el mundo y de estar en el cosmos, sus
dimensiones simbólicas tienen que ser sometidas para poder apropiarse de ellos.
Para controlar los territorios-comunidad, los territorios-sujeto, es necesario
romper los sentidos del mundo y avanzar en técnicas de biopoder, que también se
llaman de contrainsurgencia. Es necesario el control del cuerpo y de la mente
de las personas, es necesaria la de-sujetización.
La
apropiación de territorios tira por los dos lados: busca un buen posicionamiento
frente a la competencia a través del monopolio de los recursos estratégicos; y
busca también el control de las poblaciones que son sometidas o
desestructuradas mediante la privatización del agua, la expulsión de sus
lugares (selvas, bosques) y sus modos de vida, de sus referentes históricos y
simbólicos. Todas estas cuestiones que los procesos autonómicos están
reivindicando.
Territorios
diseñados
La Tierra se va transformando con la historia que le imprime
marcas, le coloca fronteras y diques, la contiene o en ocasiones, la potencia y
la libera. La Tierra contiene una y mil historias en los cauces de sus ríos, en
sus manchas selváticas, en sus desiertos, montañas y glaciares.
La exuberante selva del Amazonas, que hoy se
retrae para dar paso al “progreso” capitalista, fue producto de miles de años
de asentamientos que fueron creando la terra preta, tierra mejorada y
fértil que permitió ir extendiendo la mancha verde de millones de especies.
Un número cada vez
más grande de investigadores ha llegado a la conclusión de que la cuenca del
Amazonas […] Lejos de ser la tierra virgen intemporal y con un millón de años
de antigüedad que muestran las postales, […] es el resultado de una interacción
histórica entre el medioambiente y el ser humano. (Mann 2006: 378)
…durante mucho tiempo unos pobladores inteligentes,
que conocían trucos que nosotros aún estamos por aprender, utilizaron grandes
parcelas de la Amazonia sin destruirla. Ante un problema ecológico, los indios
lo resolvían. En vez de adaptarse a la naturaleza, la creaban. Estaban en pleno
proceso de formación de la tierra cuando apareció Colón y lo echó todo a
perder. (Mann 2006: 410)
La vida se
escribe sobre la tierra, “geografiando” —como nos recuerda Carlos Walter Porto
Gonçalves.
Y si bien algunas sociedades lograron crear el
maíz, el pejibaye, la terra preta y un sinfín de híbridos, variantes y
tecnologías que enriquecían el fortalecimiento y diversif icación de especies,
otras, como la occidental capitalista, se han ocupado de simplif icar la
naturaleza buscando su ordenamiento o su legibilidad. Dentro de éstas últimas,
la naturaleza se pone al servicio del progreso, y para ello tiene que ser
inteligible y legible. Es necesaria la transformación de la naturaleza mediante
criterios de orden y ef iciencia, trocando o simplif icando sus códigos de
comportamiento para adecuarlos a las herramientas de lectura y apropiación
desarrolladas por la clase dominante:
El discurso utilitarista reemplaza el término
“naturaleza” con el término “recursos naturales”, focalizándose en aquellos
aspectos de la naturaleza que pueden ser apropiados para el uso humano [...]
las plantas valiosas devienen “cosechas”, mientras que las especies que
compiten con ellas son estigmatizadas como “maleza” y los insectos que las
ingieren como “plaga”. (Scott 1998: 13)
La agricultura es, después de todo, una reorganización
radical y una simplificación de la flora para adaptarla a objetivos humanos.
(Scott 1998: 2)
La manera como las diferentes sociedades
conciben, entienden y escriben la tierra se relaciona con los modos de
organización social en sí mismos, con las relaciones de socialidad y de poder
que les son propias. Sociedades plurisujéticas, que reconocen la multiplicidad
de agentes sociales, tienen un modo de relacionarse con la naturaleza y crear
el territorio muy distinto al de sociedades como la capitalista, que tiende a
la objetivación para establecer su dominio. La objetivación de la naturaleza y
el territorio conduce a su racionalización o, en otras palabras, a su
apropiación racional.
Una vez que
el territorio, la naturaleza y la sociedad adoptan carácter de objetos pueden
ser organizados funcionalmente.
Los
planes de ordenamiento del territorio americano
Tanto las capacidades tecnológicas como los
alcances políticos determinan las condiciones y el ambiente en el cual se definen
las dimensiones y posibilidades de uso y ordenamiento de los territorios. El
neoliberalismo, como proyecto de solución de una crisis que tocaba todos los
ámbitos de las relaciones capitalistas, llegó acompañado de su propia manera de
apropiarse los territorios y refuncionalizar el espacio.
Los planes económicos
La batalla de Estados Unidos por mantener su hegemonía —amenazada
por las versiones orientales del capitalismo— los llevó a revitalizar la vieja
(1823) pero totalmente vigente doctrina Monroe (América para los americanos),
y a voltear hacia el continente como auténtica plataforma de guerra, así sea
guerra comercial, frente a la competencia del exterior.
Tímidamente, este nuevo diseño continental
inicia por los territorios más cercanos: el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN) marca las pautas de una expansión que se irá
ampliando geográf icamente y profundizando dimensionalmente. Del comercio se
pasará a la infraestructura, a las políticas económicas, a la normatividad, a
las comunicaciones y…. a la seguridad. De América del Norte se salta hacia
Sudamérica, el Caribe y América Central, siempre con especial cuidado de
incluir las zonas que pueden ser catalogadas como estratégicas no sólo dentro
de uno de los tratados, planes o proyectos sino en varios a la vez.
Así ocurre
con la región tropical de América, que abarca desde el sur de México hasta la
Amazonia, y que está comprendida en el TLCAN, en el Plan Puebla Panamá, en el
Plan Colombia, en el Tratado de Libre Comercio de Centroamérica y República
Dominicana (CAFTA-RD), en la IIRSA y, como toda América, en el temporalmente
abortado proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Estos
megaproyectos se han ido desplegando poco a poco sobre el territorio
latinoamericano. El TLCAN funcionó como mecanismo de recuperación de la
competitividad estadounidense para enfrentar el bloque que se había formado en
la cuenca asiática, pero simultáneamente fue una experiencia comercial, de
inversiones, jurídica y demostrativa, que constituyó la base sobre la cual se
diseñaron el resto de los tratados impulsados en el continente, entre los que
habría que destacar, por su envergadura, el alca.
Una vez echados a andar los planes
estratégicos directamente económicos (TLCAN, CAFTA-RD, TLC Chile-USA),
precedidos por profundas transformaciones de los marcos constitucionales
nacionales que desprotegieron los acervos patrimoniales y la soberanía de las
naciones sobre los bienes que por naturaleza, geografía e historia les
pertenecían, se avanzó hacia la cobertura de áreas fundamentales que no habían
podido ser incluidas en esos primeros tratados.
Los planes de control militar
Un segundo momento en estos planes
estratégicos combina intereses económicos relacionados con el acceso a zonas
privilegiadas por sus dotaciones materiales, con una acción de control directo
sobre poblaciones y puntos geográficos determinantes.
La ambición
de controlar algunas rutas porosas de negocios no regulados y altamente
rentables, el interés de penetrar la cuenca amazónica y supervisar la conexión
entre el norte y el sur del continente —en esa pequeña cintura donde América se
quiebra—, y el afán de combatir insurgencias de larga historia: estas las
motivaciones que llevan al establecimiento del Plan Colombia. Dicho Plan hoy
abarca desde la frontera entre Colombia y Panamá hasta el sur de Perú, aunque
con la reciente autoexclusión de Ecuador.
Los megaproyectos de infraestructura
El tercer momento, aunque temporalmente sobrepuesto, como los
otros, es el que busca trazar nuevas rutas, adecuadas a la geografía económica
del siglo XXI: las nuevas venas abiertas hacia el imperio que responden a
nuevas necesidades y a una diferente selección de las materias primas y los
llamados recursos estratégicos. Caminos que conecten los grandes
centros de producción y consumo del mundo, que abaraten y aceleren los
traslados y que al mismo tiempo refuercen la vigilancia y el control sobre los
mismos es el objetivo.
Hacer fluir
el corazón de las selvas o las profundidades de las minas hacia los centros
industriales y, a la inversa, llevar el espíritu industrial y competitivo hasta
el centro de las selvas y minas. Agilizar los desplazamientos diversificando
sus medios: ferrocarriles, autopistas, ríos, canales y cables de f ibra óptica.
Transformar el territorio. Adecuarlo a las nuevas mercancías, a las nuevas
tecnologías y los nuevos negocios. Cuadricularlo, ordenarlo, hacerlo funcional
y… productivo. Ese es el modo capitalista de entender la naturaleza y
relacionarse con ella.
Objetivos
prácticos habían animado al utilitarismo matemático, que parecía promover la
perfección geométrica como el signo distintivo de un bosque bien administrado,
al tiempo que el ordenamiento racional de los árboles ofrecía nuevas
posibilidades para el control de la naturaleza. (Lowood, Henry, en Scott, 1998:
15)
Hacer de
las nuevas rutas lugares de trabajo, instalando plantas ensambladoras a lo
largo de los caminos o utilizando barcos-fábrica; hacerlas adecuadas al
movimiento de petróleo, gas y minerales tanto como al de información;
multiplicar los usos de la naturaleza, haciendo del agua medio de traslado y
mercancía; establecer nuevos ordenamientos lógicos y, en la práctica, nuevas
fronteras. Eso contiene esta otra modalidad de planes estratégicos
infraestructurales.
Dentro de esta línea, dos planes que se anuncian como
iniciativas locales independientes y de cuño autóctono, tienen la curiosa
virtud de abarcar desde la zona más austral hasta México, vinculando y
reorganizando todo el espacio latinoamericano. Curiosamente también, aunque
tenían diversos antecedentes sueltos, fueron presentados ambos como planes
articulados en el año 2000:el Plan Puebla Panamá (PPP) y el proyecto de
Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica (IIRSA).
El Plan
Puebla Panamá
El PPP, lanzado como tal por Vicente Fox en su campaña electoral,
agrupó varios proyectos anteriores dándoles un sentido nuevo:
1. El megaproyecto del Istmo de
Tehuantepec, que intentaba suplir o, más bien, complementar al de Panamá. Este
corredor o canal del Istmo de Tehuantepec, que fue objeto de un proyecto
anterior al de Panamá, abortado por la Revolución mexicana, se planea a inicios
de los años noventa como un canal multimodal (carretera, ferrocarril e
hidrovías1) de nivel internacional, a la vez
que un cinturón maquilador capaz de terminar de ensamblar las partes
provenientes de distintos lugares del planeta y convertirlas en las mercancías
f inales que abastecerán en su mayoría el mercado estadounidense pero con
salidas hacia los otros dos importantes mercados del planeta: la cuenca
asiática y Europa. Simultáneamente este corredor se vislumbra como una frontera
o dique para detener a los migrantes centroamericanos e impedir que sigan
camino hacia Estados Unidos, estableciendo casi un paso fronterizo nuevo;
2. El corredor biológico mesoamericano (CBM), proyecto del Banco
Mundial para reconstruir los pasos de especies entre el norte y sur del
continente, dictando las normas de su tratamiento futuro. Es decir,
ordenándolos de acuerdo con los criterios de legibilidad, ef iciencia y
productividad mencionados arriba. Los dos puntos neurálgicos de este corredor
se encuentran en la Selva Lacandona (México) y en la Selva del Darién (Panamá).
Ambos constituyen encrucijadas bióticas donde confluyen especies de biomas diferentes y se generan
nuevas especies o nuevas variantes de las ya conocidas. Puntos fundamentales
para garantizar la reproducción y multiplicación de las dos manchas selváticas
que se encuentran al norte y sur de Centroamérica (Sureste de México y Cuenca
amazónica) y que, en conjunto, conforman el mayor y más diverso yacimiento
genético del planeta.
3. Simultáneamente, el Plan Puebla Panamá agregó nuevas iniciativas
como la de integración energética desde Panamá hacia Estados Unidos. El aumento
constante del consumo energético de Estados Unidos fue uno de los elementos
centrales de la redef inición de sus políticas hacia el resto del mundo,
orientando tanto los tratados comerciales y las medidas de ajuste y
desregulación promovidas a través del Fondo Monetario Internacional (fmi) y del
Banco Mundial (BM), como las iniciativas de guerra. El Reporte del Grupo de
Desarrollo de la Política Nacional de Energía afirmaba, en 2001, que:
Las estimaciones indican que en los próximos 20 años el consumo de
petróleo de USA se incrementará un 33%, el consumo de gas natural por pozo más
del 50% y la demanda de electricidad ascenderá un 45%. Si la producción
americana de energía crece al mismo ritmo en que lo hizo en durante los 90s,
enfrentaremos una brecha cada vez mayor. (NEPD 2001: x)
1 La hidrovía no es una simple vía
navegable sino una preparada para su utilización permanente (24 hrs/365 días),
con señalización, mantenimiento, normas físicas de estándar universal, puntos
de conexión intermodal (de paso de modo fluvial a modo terrestre) bien habilitados,
carta de navegación y algunas otras condiciones del mismo orden. Ver Bara,
Sánchez y Wilmsmeier, 2006: 53-54.
Y esta deficiencia crítica, que colocaba a Estados
Unidos en una posición de altísima vulnerabilidad, llevó a repensar la
funcionalidad de los recursos del Continente y a trazar planes de gran
envergadura que dieran materialidad a las venas abiertas de las que hablaba
Eduardo Galeano, bajo la forma de oleoductos, gasoductos y redes de generación
(hidroeléctricas sobre todo) y transmisión de energía eléctrica.
4. Y, finalmente, el PPP se propuso la
conformación de un mercado de trabajo único para las maquiladoras, aprovechando
toda la fuerza de trabajo barata que pudiera provenir de los 64 millones de
habitantes de la zona, marcadamente pobres y con un alto porcentaje de
población indígena.
Todos estos
proyectos requieren, indudablemente, de un avituallamiento comunicacional.
Completar, modernizar e integrar las rutas y puertos para garantizar los
traslados ágiles y baratos, con telecomunicaciones que permitan su control y
seguridad, fue quizá la propuesta más visible del PPP. Quizá también, junto con
las hidroeléctricas, la más combatida.
Este Plan
ha tenido un rechazo amplio que permitió la conformación de organizaciones
campesinas y de la sociedad civil a nivel mesoamericano. Pero si bien esto ha
obstaculizado su avance en términos generales, hoy el PPP se amplía
incorporando a Colombia, con toda su carga militarista, y algunos de sus
proyectos han ido prosperando unilateralmente o se han trasladado, por lo menos
parcialmente, hacia otros planes. Tal es el caso de la iniciativa de
integración energética recientemente incluida en la Alianza para la Seguridad y
Prosperidad de América del Norte (ASPAN).
Integración de la Infraestructura Regional
de Sudamérica IIRSA
La iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional de
Sudamérica (IIRSA), que parece estar diseñando nuevas fronteras internas para
el Sur del continente, se anuncia públicamente en agosto-septiembre de 2000 en
una reunión auspiciada por Fernando Henrique Cardoso en Brasilia, con la
presencia de los representantes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El BID fue creado en 1959 para apoyar el desarrollo económico y
social de América Latina y el Caribe, justo cuando la revolución cubana
empezaba a abrir nuevos cauces.
En 1961 se lanza la Alianza para el Progreso (ALPRO),
iniciativa contrainsurgente que intentaba impedir otra experiencia como la de
Cuba, junto con la siniestra USAID como su brazo operativo, con un objetivo
similar al del BID pero con dos líneas de f inanciamiento: la del desarrollo
económico y social y la militar. Hoy ya no se habla de la ALPRO sino del ALCA,
el PPP y la IIRSA, pero la USAID y el BID siguen funcionando y, en términos
generales, el marco sigue siendo el mismo, aunque los objetivos específ icos y
las modalidades operativas son otros.
Megaproyecto de enormes implicaciones, el IIRSA pretende
“…construir un nuevo paradigma para el desarrollo de la infraestructura
regional, sustentado sobre los requerimientos de la demanda…”2, logrando posicionarse
ágilmente en los mercados europeos y los del Asia Pacíf ico, y en los dos
flancos territoriales de la economía estadounidense.
Para lograr todo ello,
y ante la esquizofrenia de tratar a la naturaleza a la vez como objeto del
deseo y obstáculo, el territorio sudamericano ha sido subdividido de acuerdo a
sus virtudes económicas y estratégicas. Destacan dos regiones por su actividad industrial
y concentración poblacional, es decir, por la fuerza de trabajo real y
potencial que ofrecen, y el resto por las dádivas de la naturaleza, puesto que
se trata de poner en ruta la explotación de yacimientos hidrocarburíferos,
minerales, genéticos, acuáticos y también agropecuarios. Justamente porque la
IIRSA está pensada a partir de la demanda tiene un diseño centrífugo,
extractivo, de expulsión de riquezas hacia los centros de demanda.
De la misma manera que
el Plan Puebla Panamá se construye desde Panamá hacia Estados Unidos, la IIRSA
se piensa desde el centro hacia las costas o hacia los ríos que fluyen rumbo al
mar. No obstante, como bien nos recuerda Raúl Zibechi, es un proceso de doble
orientación, en el que no hay que dejar de
considerar las lógicas regionales, a pesar de que la dinámica global está
marcada por los intereses y perspectivas del gran capital mundial y de su
centro hegemónico. Así, en el caso de IIRSA “[se trata] de una integración
doblemente subordinada: a Brasil, por parte de los países sudamericanos, y del
conjunto de la región al mercado y el empresariado mundiales.” (Zibechi 2006)
2 Fonplata, 2007 Cursivas nuestras
En este
proyecto los puertos se convierten en piezas clave de organización regional.
Puertos en las costas, pero también sobre los ríos de gran caudal.
En total se
han diseñado ocho ejes transversales y dos longitudinales, con un enfoque
profundamente estratégico que determina que algunas regiones particularmente
importantes por su dotación de recursos se encuentren bajo el manto de dos o
tres ejes simultáneamente.
Una visión
económica formal, que a la vez considera los intereses regionales, indica como
ejes principales los de la zona del Cono Sur que concentran la mayor parte del
Producto Interno Bruto (PIB) sudamericano; sin embargo, a partir de una visión
estratégica los ejes principales son el Amazonas y el Capricornio, por sus
riquezas naturales, y sus conexiones a través del río Madera hasta Beni y de la
Hidrovía Paraguay-Paraná.
Los planes
de seguridad
Con la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de
América del Norte (ASPAN) se da inicio a un nuevo tipo de planes estratégicos o
megaproyectos, que subsumen los criterios económicos en los de seguridad,
justif icando así acciones que de otro modo no podrían ser admitidas por ser
violatorias de las soberanías nacionales. Si bien estas soberanías se
encontraban ya seriamente cuestionadas por la creación de una normativa
supranacional, de nivel superior a las legislaciones internas de las naciones
implicadas en los tratados de libre comercio, los planes de seguridad tienden a
crear complicidades y supranacionalidades en todas las actividades de prevención,
combate, y control del narcotráf ico y el terrorismo, manteniendo
peligrosamente la ambigüedad con la que estos han sido reconocidos como
amenazas a la seguridad nacional de Estados Unidos.
Se trata de
planes pensados desde una perspectiva militar que inician por un reconocimiento
de los territorios y de ahí diseñan estrategias de control global. Las
fronteras se redef inen de acuerdo con los objetivos de seguridad y las
normatividades correspondientes; responden ya no a los criterios de bienestar
de la población, de cuidado del patrimonio de la nación como en otros tiempos,
sino a los de control y disciplinamiento. Es el nuevo Leviatán que se levanta
sobre los vestigios de la democracia, a veces escasamente conquistada, y sobre
la autodeterminación de los pueblos.
Integraciones
como la de la ASPAN —que extiende el homeland
(territorio interno)
estadounidense por el norte hasta tocar los glaciares, pasando por los
yacimientos de petróleo, de metales estratégicos, y por los bosques
canadienses, y por el sur hasta la frontera con América Central, abarcando
nuevamente la zona de yacimientos petroleros, las minas, la única selva
tropical húmeda del norte de América, y el territorio que más trabajadores
migrantes o maquiladores aporta para el desarrollo de la economía del gran
coloso— se complementan con planes que se implantan para el combate al
narcotráfico, pero que tienen muchas otras derivaciones y fuertes implicaciones
de soberanía y jurisdicción.
El Plan México o Iniciativa Mérida, gemelo del
Plan Colombia, se perfila como el soporte financiero a las actividades de
readecuación de policías, militares y cuerpos híbridos mexicanos por parte de
los instructores de operación e inteligencia norteamericanos, de su
equipamiento, pero también de actuación directa de los cuerpos de seguridad
estadounidenses en territorio mexicano. Adicionalmente, es necesario percibir
que la Iniciativa Mérida abarca la zona de Centroamérica, de modo que perf ila
una actividad de vigilancia y control integrada, con bancos de datos comunes y
acciones supranacionales, contradelincuenciales y contrainsurgentes. Y, tomando
en cuenta la manera como se han modificado las concepciones de terrorismo o de
criminalidad en los códigos penales recientemente modificados en toda la
región, se podría afirmar que lo que prevalece en iniciativas como la Mérida es
el carácter contrainsurgente, aunque sigan apareciendo como iniciativas
antinarcóticos.
Desde las
autonomías, y desde todas las otras propuestas de emancipación de los pueblos,
habrá que seguir disputando el territorio, sus modos de uso y, sobre todo, el
ejercicio pleno de nuestra politicidad. Autonomía de pensamiento y autonomía de
acción. Autonomía como libertad.
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