sábado, 20 de diciembre de 2014

¿Es la dialéctica materialista el método ortodoxo por excelencia del marxismo? (Borrador)

Escrito por Jesús Valdez

“Marxismo ortodoxo no significa reconocimiento acrítico de los resultados  de la investigación marxiana, ni ˂˂fe˃˃ en tal o cual tesis, ni interpretación de una escritura ˂˂sagrada˃˃. En cuestiones de marxismo, la ortodoxia se refiere únicamente al método. Esa ortodoxia es la convicción científica de que en el marxismo dialéctico se ha descubierto el método de investigación correcto, que ese método no puede continuarse, ampliarse, ni profundizarse más que en el sentido de sus fundadores. Y que, en cambio, todos los intentos por ˂˂superarlo˃˃ o ˂˂corregirlo”˃˃ han conducido y conducen necesariamente a su deformación superficial, a la trivialidad, al eclecticismo” Georg Lukacs. Historia y consciencia de clase.

Tras la muerte de Carlos Marx el 14 de marzo de 1883, mucho se ha hablado sobre lo que es y no es el marxismo, algunos de los primeros marxistas declarados, fueron sus propios yernos, a uno de ellos Marx lo llamaba “el último de los bakuninistas” y al otro “el último de los proudhonianos”, incluso bromeaba: “si ese es el marxismo, yo no soy marxista”.

La muerte de la Primera internacional ocurrió poco después de la derrota de la Comuna de Paris; muchas organizaciones también perecieron después de la crisis de 1873, como las “Ligas de las ocho horas”, sin embargo, para 1875, nace lo que sería la primera organización marxista de masas en Alemania, el Partido Socialdemócrata Alemán, resultado de una fusión entre lasalleanos* (dirigidos por Augusto Bebel) y marxistas (dirigidos por Wilhelm Liebknecht), siendo Carlos Kautsky su teórico más sobresaliente. Poco después de su fundación, el Partido Socialista Alemán fue presa de las leyes antisocialistas de Bismark (1878), sus reuniones y publicaciones fueron prohibidas, Bismark por su parte, trató de alejar a los obreros del socialismo, con medidas de bienestar como seguros de enfermedad y vejez. A pesar de la persecución, los obreros formaron sus propias organizaciones, luchando por educación popular, una jornada de trabajo más corta, mejores salarios y libertad de prensa. En 1890, al expirar las leyes socialistas, el “Canciller de Hierro” tuvo que renunciar. En las primeras elecciones libres, la socialdemocracia alemana recibió 1 millón 427 mil votos (20%) del total), en 1903, el 25% de la población votó por ellos, ganando 81 diputados para el parlamento alemán (Reichstag); para 1914, el partido tenía un millón de miembros y otros 3 millones de sindicalistas bajo su control. La palabra clave en la teoría y la práctica fue organización, organización, organización; su programa se dividió en dos: el mínimo y el máximo. El programa mínimo consistía en las demandas inmediatas que podían ser arrebatadas a través de movilizaciones, mientras que el programa máximo la revolución socialista, sus metas últimas. Paulatinamente se dejaron cegar con las demandas inmediatas olvidando el programa máximo, más adelante indagaremos en las causas objetivas de dicho fenómeno.

En el otro lado del charco, la Asociación Norteamericana de Trabajadores (AFL) decide en su congreso de diciembre de 1888, lanzar una extensa campaña de huelgas simultáneas en todo el país, concentrándose en una sola industria con el apoyo financiero de obreros de todas las demás fábricas, turnando la solidaridad en cada rama industrial hasta ganar la batalla; enviando además, delegaciones a todo el mundo para convertirla en una lucha internacional.

El 14 de julio de 1889, nace la Segunda Internacional. Tiempo después, la AFL se convierte en un bastión del “sindicalismo de negocios”; algo muy parecido a lo que le pasó más tarde al movimiento obrero mexicano tras el nacimiento de la Central Mexicana de Trabajadores (CTM), bastión del “sindicalismo charro” en términos del movimiento obrero mexicano.

*Fedinand Lasalle, era el teórico del socialismo de cooperativas promovido por el Estado. Véase. Marxismo y libertad. Raya Dunayevskaya

Rosa Luxemburgo, la dialéctica materialista; su lucha contra el oportunismo, el revisionismo y el reformismo

Desde la fundación de la II Internacional, Engels (que aún vivía) escribió a Kautsky: “Usted presenta las cuestiones políticas abstractas en primer plano y de este modo oculta las concretas e inmediatas, aquellas que los primeros grandes acontecimientos, las primeras cuestiones políticas sitúan en el orden del día”. Esta crítica  que no fue publicada sino hasta 1901 en el Neue Zeit, no llamó mucho la atención de los revolucionarios, sino hasta el colapso real de la II Internacional, denunciado entonces por Lenin*. Por su parte, Marx, criticó el programa que unificó a lasalleanos y marxistas en su “Crítica del programa de Gotha”, que vió la luz hasta 1891 a insistencia de Federico Engels.

Rosa Luxemburgo, una joven de 27 años de edad (quien desde los 22 ya encabezaba un partido marxista clandestino en PoloniaI) ingresa a las filas del Partido Socialdemócrata Alemán en mayo de 1898; no bien había llegado a Alemania, cuando hubo de enfrentarse a uno de los ejecutores literarios del “marxismo” más destacado y el primero en levantar la voz contra la dialéctica materialista: Eduardo Bernstein, quien había publicado una serie de artículos de 1897 a 1898 en Neue Zeit, donde trató de refutar las premisas básicas del socialismo científico, sosteniendo que la revolución era innecesaria, que se podría llegar al socialismo a través de las reformas sociales, para Bernstein, el PSD debía transformarse de partido para la revolución social, a partido para la reforma social, las ideas bernstenianas se expusieron de manera más sistemática en su obra “Las premisas para el socialismo y las tareas de la socialdemocracia”.

La obra de Bernstein era la respuesta teórica a las necesidades prácticas de las corrientes reformistas dentro del PSD, como los gremialistas. Al derogarse las leyes antisocialistas en 1890, el PSD había ganado gran influencia en el parlamento alemán, su política era “ni un hombre, ni un centavo para este sistema”, por lo que los parlamentarios del PSD estaban en contra de cualquier impuesto gravado sobre los obreros y campesinos alemanes, mismos que ayudaban a mantener el sistema de dominación de clase en forma de ejército, policía, y otros medios de control sobre la clase; era así que los diputados del PSD no estaban a favor de ninguna clase de presupuesto. En 1891, los diputados socialdemócratas de Württemberg, Bavaria y Baden, votaron a favor de los presupuestos provinciales, argumentando las condiciones especiales del sur de Alemania, teniendo en cuenta que sus votos eran desicivos, el PSD podría usar su peso para obtener mejores condiciones de vida dentro del capitalismo y un presupuesto mejor. Aunque esta práctica era ampliamente repudiada en el seno del PSD, donde sus parlamentarios no podrían votar a favor de ningún presupuesto federal, provincial o comunal, este veto fue derrotado en los congresos de 1894 y 1895. Engels, en  una carta dirigida a Liebknecht con fecha 27 de noviembre de 1894, (poco después del congreso) se queja amargamente de las prácticas del dirigente provincial sureño del PSD, Georg Von Vollmar, quien desde 1891, impulsó prácticas reformistas desde el PDS, Bernstein fue el teórico por excelencia del reformismo de ayer y hoy; cuyos herederos mexicanos dirigen el PRD, el MORENA y la UNT.

En septiembre de 1898, Rosa Luxemburgo respondió a la obra de Bernstein con los artículos de lo que ahora conocemos como “Reforma o Revolución”, que apareció en el Leipziger Volkszeitung, la segunda parte apareció en, teniendo su segunda edición en 1908, dicha obra comienza diciendo:

(…) A primera vista, el título de esta obra puede provocar sorpresa. ¿Es posible que la socialdemocracia se oponga a las reformas? ¿Podemos contraponer la revolución social, la transformación del orden imperante, nuestro objetivo final, a la reforma social? De ninguna manera. La lucha cotidiana por las reformas, por el mejoramiento de la situación de los obreros en el marco del orden social imperante y por instituciones democráticas ofrece a la socialdemocracia el único medio de participar en la lucha de la clase obrera y de empeñarse en el sentido de su objetivo final: la conquista del poder político y la supresión del trabajo asalariado. Entre la reforma social y la revolución existe, para la socialdemocracia, un vínculo indisoluble. La lucha por reformas es el medio; la revolución social, el fin.” Reforma o Revolución, introducción de 1899.

La discusión sobre el reformismo penetró en las filas del partido, incluso de la segunda internacional; en los congresos de 1901 y 1903 del Partido Socialdemórata Alemán (PSD por sus siglas en alemán), así como en el congreso internacional del 1904, se aprobaron resoluciones contra el reformismo y el llamado “revisionismo”, votando incluso Bernstein a favor de dichas resoluciones. Kautsky, quien era amigo íntimo de Bernstein, adujo su falta de tiempo para no polemizar con Benstein, mientras el resto de las cabecillas del PSD ya se habían posicionado contra el revisionismo. Por su parte, Ignaz Auer, reformista secretario del PSD desde 1875, escribió en una carta a Bernstein, “Mi querido Ede, uno no toma formalmente la decisión de hacer las cosas que tú sugieres, uno no dice esas cosas, simplemente las hace”.*** Más tarde esa sería la práctica más común en el PSD, pero para inicios de 1900 Bernstein afirmaba, “el objetivo final (el socialismo) es nada, el movimiento es todo”****; mientras que para Rosa Luxemburgo:

“Bernstein sigue así la secuencia lógica de la A a la Z. Partió del abandono del objetivo final manteniendo, supuestamente, el movimiento. Pero como no puede haber movimiento socialista sin objetivo socialista, termina renunciando al movimiento. Reforma o revolución


En sus “premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia”, Bernstein sostenía que se podía llegar al socialismo a través de reformas sociales, el control sindical de la producción, el mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores a través de la sola movilización sindical, el crédito bancario, la creación de las cooperativas como transición pacífica al socialismo, sin irrupciones violentas ni tomas violentas del poder por parte del proletariado, a la teoría marxista del colapso, Bernstein anteponía un supuesto capitalismo que se iba adaptando a las nuevas condiciones materiales, evitando las crisis:

“Con el creciente desarrollo de la sociedad el colapso general del sistema de producción imperante se vuelve cada vez menos probable, porque el desarrollo del capitalismo aumenta su capacidad de adaptación y, a la vez, la diversificación de la industria”.

Para Rosa Luxemburgo: “El fundamento científico del socialismo reside, como se sabe, en los tres resultados principales del desarrollo capitalista.

Primero, la anarquía creciente de la economía capitalista, que conduce inevitablemente a su ruina.

Segundo, la socialización progresiva del proceso de producción, que crea los gérmenes del futuro orden social.

Y tercero, la creciente organización y conciencia de la clase proletaria, que constituye el factor activo en la revolución que se avecina.”
En el primer punto se refiere a la crisis dual del capitalismo, si lo vemos desde la dialéctica materialista, esta dualidad contiene sus propias contradicciones, pues cuando se habla de la crisis general del sistema capitalista (hasta la fecha), se habla de dos tipos de crisis:

1º. De sobreproducción. Donde los grandes monopolios industriales tienen excedentes de producción que no pueden vender

2º. De subconsumo. En este tipo de crisis, la gente no tiene dinero para comprar los artículos que se producen, ya sea de primera necesidad, como alimento, vestido, o de ciertos “lujos” que se pueden dar los trabajadores como comprarse o seguir construyendo su casa, en general, todos los valores de uso que el sistema capitalista produce en función de la ganancia a través de su dios y valor de cambio universal: el dinero.

Hasta ahora, muchos economistas de ideología capitalista, parecen o no quieren comprender este carácter dual de la crisis, que sólo se puede resolver a través de la revolución, este es el punto a donde Rosa Luxemburgo llega durante toda su exposición. De un lado, los economistas burgueses, tienen a sus pilares teóricos en David Ricardo y Adam Smith, más cuando recurren al capitalismo con “rostro humano”, acuden a las ideas reformistas de las que Bernstein es pionero y fiel expositor, en esta labor, se dan la mano con políticos reformistas de todas las épocas, llamando a dar créditos blandos para los trabajadores del campo y la ciudad, en materia de vivienda, fertilizantes, agroquímicos, hasta en compras en Walt-Mart, Elektra, o cualquier otra empresa que oferte sus mercancías en “abonos chiquitos”, pero casi eternos, duplicando e incluso triplicando el monto de la deuda inicial, la finalidad: extraer la mayor cantidad de plusvalía al trabajador, expropiando incluso de su tierra al campesino pobre. Para Bernstein, la explotación no empieza en los centros de trabajo, donde se arranca la plusvalía al trabajador, sino en la distribución de las ganancias:

“Es imposible la expropiación de la clase capitalista sin colapso del capitalismo. Por tanto, Bernstein renuncia a la expropiación y opta por la realización progresiva del “principio cooperativista” como objetivo del movimiento obrero.

Pero la cooperación no puede realizarse dentro de la producción capitalista. Por tanto, Bernstein renuncia a la socialización de la producción y propone simplemente reformar el comercio y crear cooperativas de consumo.”

Al hacer social (de manera paulatina o repentina, ya sea pacífica o violentamente, ya sea a través del engaño o del garrote) el carácter de la producción, privatizando en unas cuantas manos las ganancias, se va creando a su vez, su negación interna, un ejército de trabajadores que pedirán su parte de las ganancias y se adueñarán de los medios de producción, quizá no de manera automática como lo sugieren los discursos fatalistas del “inevitablemente el poder caerá en nuestras manos” para “dirigir a un proletariado ignorante”, sino a través de luchas encarnizadas como la historia misma de la humanidad lo sugiere, no a base de gradualismos o solas reformas, sino de manera violenta e irreconciliable, pues ninguna clase social ha abandonado su poder, su posición de clase, sin antes haber dado una lucha tremenda, para ello existen los ejércitos, los órganos de “inteligencia”, la contrainsurgencia y demás cosas que entre sus haberes, está el desorganizar la lucha de los trabajadores y volverla impotente, no por nada Trotsky decía que los reformistas son la policía política dentro de las filas de los trabajadores.** Es por ello que la burguesía misma toma con gran importancia la mencionada “creciente organización y conciencia de la clase proletaria, que constituye el factor activo en la revolución que se avecina”, por lo que se ocupa en asesinar dirigentes sociales, corromper líderes sindicales y manejando centrales charras, gastando el dinero que sea necesario para que la gran masa de explotados, nunca dejen de ser explotados. Así Luxemburgo afirma:  

“Hace un tiempo Lassalle dijo: - Recién cuando la ciencia y los obreros, polos opuestos de la sociedad, se aúnen, aplastarán en sus brazos de acero todo obstáculo hacia la cultura-. Toda la fuerza del movimiento obrero moderno descansa sobre el conocimiento científico.

Pero en este caso particular este conocimiento es doblemente importante para los obreros, porque lo que está en juego aquí son los obreros y su influencia en el partido. Es su pellejo lo que está en juego. La teoría oportunista del partido, la teoría formulada por Bernstein, no es sino el intento inconsciente de garantizar la supremacía de los elementos pequeñoburgueses que han ingresado al partido, de torcer el rumbo de la política y objetivos de nuestro partido en esa dirección. El problema de reforma o revolución, de objetivo final y movimiento es, fundamentalmente, bajo otra forma, el problema del carácter pequeñoburgués o proletario del movimiento obrero.

Interesa, por tanto, a la masa proletaria del partido, conocer, activa y detalladamente, la actual polémica teórica con el oportunismo. Mientras el conocimiento teórico siga siendo el privilegio de un puñado de “académicos” en nuestro partido, éstos corren el peligro de desviarse. Recién cuando la gran masa de obreros tome en sus manos las armas afiladas del socialismo científico, todas las tendencias pequeñoburguesas, las corrientes oportunistas, serán liquidadas. El movimiento se encontrará sobre terreno firme y seguro. “La cantidad lo hará.” Introducción a Reforma o Revolución

Así, los dos tipos de crisis (que en realidad son complementarios y contradictorios) sobreproducción y subconsumo, crean la contradicción entre la superabundancia en un polo y la gran masa de miseria en el otro, cayendo en la cuenta de que los desposeídos lucharán no sólo por mejores condiciones de vida dentro del sistema capitalista, sino que cuando adquieran consciencia el suficiente grado de organización y consciencia, podrán robar el fuego como lo hizo Prometeo para traer una nueva luz al mundo de los mortales.


La conquista del poder político

La reforma legislativa y la revolución no son métodos diferentes de desarrollo histórico que puedan elegirse a voluntad del escaparate de la historia, así como uno opta por salchichas frías o calientes. La reforma legislativa y la revolución son diferentes factores del desarrollo de la sociedad de clases. Se condicionan y complementan mutuamente y a la vez se excluyen recíprocamente, como los polos Norte y Sur, como la burguesía y el proletariado.

Cada constitución legal es producto de una revolución. En la historia de las clases, la revolución es un acto de creación política, mientras que la legislación es la expresión política de la vida de una sociedad que ya existe. La reforma no posee una fuerza propia, independiente de la revolución. En cada periodo histórico la obra reformista se realiza únicamente en la dirección que le imprime el ímpetu de la última revolución, y prosigue mientras el impulso de la última revolución se haga sentir. Más concretamente, la obra reformista de cada periodo histórico se realiza únicamente en el marco de la forma social creada por la revolución

Reforma o revolución, La conquista del poder político, página 48

Va en contra del proceso histórico presentar la obra reformista como una revolución prolongada a largo plazo y la revolución como una serie condensada de reformas. La transformación social y la reforma legislativa no difieren por su duración sino por su contenido. El secreto del cambio histórico mediante la utilización del poder político reside precisamente en la transformación de la simple modificación cuantitativa en una nueva cualidad o, más concretamente, en el pasaje de un periodo histórico de una forma dada de sociedad a otra.

Es por ello que quienes se pronuncian a favor del método de la reforma legislativa en lugar de la conquista del poder político y la revolución social en oposición a éstas, en realidad no optan por una vía más tranquila, calma y lenta hacia el mismo objetivo, sino por un objetivo diferente. En lugar de tomar partido por la instauración de una nueva sociedad, lo hacen por la modificación superficial de la vieja sociedad. Siguiendo

*Aquí se completará la teoría del derrocamiento de las clases poseedoras contra la perspectiva de Bernstein y muchos otros teóricos o prácticos reformistas, quienes piensan que el proletariado no está listo o es muy inmaduro para hacerlo, Rosa Luxemburgo sostiene que no importa cuantas veces lo conquiste, aunque de manera "inmadura", sino que sólo así podrá hacerse de la experiencia para poder ejercer el poder desde abajo sin pedir permiso a los teóricos de "la revolución dentro de mil años". La experiencia rusa de 1905 confirmaría la postura de Rosa, y la posterior revolución de octubre, donde Lenin y Trotsky se "aventuran" a derrocar al gobierno socialrevolucionario de Kenensky, mientras el menchevismo argumentaba que era demasiado temprano para hacerlo.

La primera parte de este análisis consta de la formación del Partido 

Socialdemócrata Alemán, su crisis  teórica y práctica, pasando por las dos 

revoluciones  en Rusia, hasta llegar al ocultamiento de la teoría del valor por 

Stalin en la  enseñanza del tomo I del Capital. Pues él consideraba que en 

la sociedad socialista, la teoría del valor no  dejaría de operar. Marx desmiente 

esta versión en vida.


*Véase el socialismo y la guerra

** Véase “Su moral y la nuestra”

*** Introducción a Reforma o Revolución de la Izquierda Revolucionaria (www.marxismo.org)


**** Bernstein, Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia

... Continuará



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