El meollo del asunto
El lector se preguntará en donde
está el meollo de la toma militar del IEEPO y en qué forma se pretende imponer
la deforma educativa. En esos días, el gobierno federal y estatal se sentían
omnipotentes, pero como se señala arriba, los pagos se federalizaron con la
reforma educativa (aunque de manera ilegal). Así fue que comenzó un alud de
declaraciones como muestra de una fortaleza aparente, pero en realidad el
meollo del asunto: ¿cómo controlar a un gremio disidente, radical, combativo y
desobediente?, la respuestas a estas preguntas no estaban dadas de antemano,
así que el gobierno comenzó a hacer un experimento: utilizar a los comités de
padres de familia, a los gobiernos municipales, autoridades comunitarias y
soplones enviados por el IEEPO para reportar “a los maestros faltistas”.
Una vez superado el impasse de la
toma militar del IEEPO, el magisterio comenzó a tener confianza de sí mismo,
sobre todo después del boicot a la evaluación, uno de los factores clave en la
victoria de cualquier ejército (y la historia lo ha demostrado así) es no sólo
el ingenio de sus estrategas (claro está que ese no es el caso de Rubén Nuñez),
sino en el factor que significa la moral dentro de las filas. La jornada de
lucha contra la evaluación punitiva del 28 de noviembre fue una cita con la
historia, el magisterio sabedor de todos los factores en su contra, avanzó por
dignidad más que por una fe estoica en la victoria, a su paso fue barriendo la
“invencible” fuerza de la policía federal, paso a paso luchando no sólo contra
las fuerzas federales, sino contra una dirección que no quería luchar.
Una vez superado el miedo, el
sabor de la victoria se tornó un tanto embriagante, al punto que en redes
sociales se comenzó a exhibir a quienes si se evaluaron, la resistencia ante el
IEEPO reciclado se volvió más contundente, ahí es donde reside la importancia
de la solidaridad de clase para compañeros que tienen una necesidad, deben ser
apoyados; sin embargo, no se puede llegar al grado de renunciar a derechos
humanos tan elementales, hasta llegar al punto de autosabotearse; me refiero a
quienes para no tener que tramitar una incapacidad por embarazo, o quienes
necesitan una operación urgente, se nieguen a hacer uso de un derecho como el
ISSSTE y opten por ir a un médico particular, donde además de no contar con la
infraestructura de una institución de salud pública, le puede salir en un ojo
de la cara, hay casos de compañeros que por desconfianza en el ISSSTE (antes de
la toma militar del IEEPO) se han operado en médicos particulares, han vendido
sus viviendas y han quedado endeudados hasta con 80 mil – 150 mil pesos; esto
no debería ocurrir, pero ocurre gracias a la saturación que sufre el sistema de
salud y con el agravante de la psicosis que ha desatado la reforma
laboral-administrativa disfrazada de “educativa”.
Es deber de todo sindicalista
consciente exigir el cumplimiento de estos derechos elementales que incluso
están plasmados en las leyes vigentes. El deber de todo sindicalista no
consiste en ser el verdugo de sus compañeros, sino defender las conquistas que
a nuestra clase le han costado sangre, muertos, sudor y lágrimas; darle la mano
al hermano que ha errado en el camino e invitarlo a luchar juntos por mejores
condiciones de vida para todas y todos, de no hacerlo, estaríamos cayendo solos
en la trampa de las reformas estructurales, estaríamos fomentando la
privatización de los servicios de salud, no por nada, se descuenta por lo menos
388 pesos cada quincena por concepto de “impuesto sobre la renta (ISR)”, 288
por “fondo de pensiones y otras prestaciones del ISSSTE” y 211 pesos de
“servicio médico y maternidad”; es decir, 887 pesos que se descuentan cada
quincena para estos derechos ganados, es lo que se le regala al estado cada
quincena, que contando las 24 quincenas
del año, da una cantidad de 21 288 pesos, multliplique usted esta cantidad
por los años de servicio que tiene y pregúntese si es justo que renunciemos a
nuestros derechos como trabajadores. La salud no es un privilegio, sino un
derecho que no puede ser negado por nadie, ni por el sindicato, ni por el IEEPO
reciclado, ni por el mismo ISSSTE, de
hacerlo, se comete un delito grave, se falta a la solidad de clase y se
pisotean los derechos humanos más elementales.
Como hemos mencionado, la
resistencia al nuevo IEEPO, no sólo es en cuanto a lo laboral, resistirse a la
evaluación (el meollo de todas las reformas estructurales), sino que tiene que
ver en lo pedagógico, no enseñar como los empresarios quieren que se enseñe, no
contribuir a la formación de sujetos pensante, críticos, autónomos, reflexivos,
capaces de defender sus puntos de vista y a admitir cuando se está equivocado. En
Chiapas, las escuelas zapatistas no reciben apoyo del gobierno federal, en
cambio, tienen algo que la UNAM ganó en el movimiento de 1968, la llamada
“libertad de cátedra”, una resistencia del magisterio contra modelos educativos
neoliberales, o mejor dicho, capitalistas, destinados a crear sujetos sumisos,
tampoco se puede decir que en la UNAM esté todo escrito en esta materia, pues
también hay agresivas iniciativas para convertir la educación en la máxima casa
de estudios, así como en todas las universidades públicas del país. Es ahí
donde está el reto de la sección 22, el PTEO fue una iniciativa novedosa de
algo tan viejo y elemental como es la identidad cultural que no debe estar
peleado con la ciencia y la tecnología, no se trata de que estas últimas dos
sean malas, sino se trata de saber en qué manos está y a quien sirve en la
sociedad.
La resistencia del magisterio
oaxaqueño al IEEPO reciclado es en el fondo una cuestión de poder, lo digo sin
fines peyorativos, sino con fines ilustrativos, se trata de saber quién manda
en la sociedad: los trabajadores o los empresarios y sus gobiernos lambiscones.
Oaxaca, Chiapas y Guerrero son la punta de lanza de esta
resistencia-contraofensiva, el hecho de que la evaluación punitiva no haya
pasado pese al discurso triunfalista del gobierno federal que se niega a
reconocer su rotundo fracaso.